jueves, 28 de abril de 2016

OJOS

Algunos ojos me miran intranquilos
otros simplemente me rechazan
los menos solo me ojean
no me prestan atención
y me permiten continuar con mi camino.
A algunos ojos deseo volver a cruzarlos
son lindos
me invitan a viajar en pecados
se iluminan y proponen fuego
pero yo solo puedo ofrecer bosque.
Existen ojos que no olvidaremos
ojos que son iguales a otros ojos
y no representan tentación alguna
hay, inclusive, ojos que conocen todos 

nuestros movimientos, 
de los cuales no podemos huir
se los conoce con el nombre de espejos.
Hay ojos que curan
algunos que enferman
otros que matan
y los que no ven.
Hay ojos que simplemente
están buscando el amor.

sábado, 23 de abril de 2016

Los Cuatro Elefantes - Capítulo II

Tengo insomnio.
Siempre tengo insomnio.
No hay nada peor para alguien que no  puede dormir que el hecho que lo despierten cuando está durmiendo. Tenía un sueño recurrente. Agua. Siempre sueño con agua. A veces veo venir una ola. Otras simplemente el agua comienza a subir, y sube. Si el agua avanza no se puede hacer nada. A veces en el sueño trato de huir. Otras, sabiendo que es un sueño, permanezco quieto y confiado y simplemente aguardo por despertar.
Uno de mis miedos más absurdos es pensar que quizás algún día llegue una verdadera crecida del mar o del rio, y que yo, anestesiado por el insomnio crea que se trata de un simple sueño y me quede quieto y morirme ahogado. Esto último hizo que la pasara realmente mal en un par de estas pesadillas, porque algunas son muy reales, y me despierto angustiado, sudado y con palpitaciones. Ya no puedo volver a dormir.
Las olas del mar rompían contra las rocas, yo las escalaba tratando de huir. Abajo los gritos se incrementaban. Iba con una mujer que no conocía. Ella se queda atrás, me dice desesperada que ya no tiene fuerzas, en su rostro veo el miedo, la resignación y la angustia de saber que el final es inevitable. Sé para mis adentros que yo debo tener un rostro similar. Una última ola avanza y sé que voy a morir. Rezo porque todo sea un sueño. El agua me tapa. Siento como mis pulmones son presionados. Siento que mi cabeza va a estallar. Se produce el milagro.
-¡¡Rocker!! – Dolores golpea la puerta - ¡¡Rocker!! – insiste.
Abro los ojos. Siento la garganta seca y me duele la cabeza. Mi sien late y pienso que tiene todas las intenciones de estallar. Mis labios están pegados. En un principio no entiendo nada. Todo el lugar me resulta desconocido. No sé donde estoy. El televisor está encendido sin volumen. La canilla del baño está abierta, y pienso que ese sonido ambiente tal vez haya influido en mi pesadilla. Me siento en el borde de la cama solo para sentir un enorme mareo. Escucho que alguien grita mi nombre y un “la puta madre” de fondo. Me pongo de pie y cuando estoy próximo a abrir la puerta me doy cuenta que estoy desnudo. Digo (o trato de decir) que “ya voy”, pero mi voz no sale, claramente fue una noche salvaje que trajo consecuencias físicas, aclaro mi garganta con una tos y puedo, finalmente, decirlo.
-Dale boludo, que es re tarde – Dolores comprueba que estoy con vida y parece más calmada.
Me pongo al revés un pantalón deportivo que uso para sentirme cómodo y le abro la puerta. No la invito a ingresar pero ella igual entra, existe esa confianza entre nosotros.
-Hay gente en la puerta, te quieren ver – dice y camina por la habitación – En un rato hacemos la prueba de sonido… - se detiene y hace un silencio repentino.
Veo lo que está mirando. Sobre la cama Ángela duerme profundamente. Tiene sus muslos tapados con la sábana arrugada y está abrazando la almohada.
-¿Te fijaste si respira? – ironiza Dolores al ver la escena completa con los vasos y la botella de whisky tirada en el suelo – Te espero abajo en media hora.
Me recuesto con fuerzas, me tiro “cuerpo a tierra” sobre la cama. Sé que si dejo pasar más de diez segundos volveré a dormirme. El agua de la canilla sigue generando un cálido sonido ambiente que invita a dormir.
-¿Qué quería? – consulta Ángela aun con los ojos cerrados y con un murmullo ronco, como si todo el tiempo hubiese estado consciente. Seguro escuchó la ironía de Dolores.
Presto atención ya un poco más despierto y escucho unas voces cantando al unísono que vienen de la calle. Dicen algo así como “que lo llevan adentro como lo llevo yo”. Ángela me pregunta que hora es mientras revuelve en su bolso buscando algunas aspirinas para su creciente dolor de cabeza. Ya la conozco. Siempre busca lo mismo por las mañanas, y me pregunto cuánto tiempo más soportaremos vivir así.
-¿No viste mi celular? – me pregunta a la vez que se viste con una musculosa larga que finge ser un vestido que tapa hasta la mitad de sus piernas. Por algún motivo por las mañanas sí siente vergüenza de su desnudez. No son pocas las veces que me pide que “ándate vos primero”, y así ella puede vestirse tranquila.
La veo caminar hacia el baño. Pienso que es imposible no amarla. Aunque también pienso que cuanto será de amor y cuanto de pasión. ¿La amo a ella o amo su cuerpo? Recuerdo un viejo poema que escribí, justamente, pensando en ella, en él me pregunto si “¿es el Diablo o solo una mujer hermosa?, ¿es un Ángel o la fría tentación ”, cuando comenzamos esta relación ella era lo que se dice una Lolita, título del poema.
El sonido del agua de la ducha golpeando contra el suelo es otro incentivo para continuar durmiendo, es un sonido parecido al de la lluvia, y se me viene a la mente mi infancia, cuando en mi habitación con techo de chapa las gotas golpeando allí eran el más natural y sano de los somníferos, hoy en día los somníferos son un poco más crueles y agresivos. El teléfono suena y me saca del trance y me ayuda a despertar definitivamente.
-Rocker – Dolores está ansiosa – En veinte minutos te quiero abajo.
Tengo que bañarme en tiempo record, solo así, quizás, consiga despabilarme. Debo al menos mojarme la cara. Interrumpo ilusionado el baño de Ángela corriendo el riesgo que se enfade y me eche, pero mis sospechas se confirman, ella pasó de ser una simple Lolita a ser una ninfómana profesional, decidida, dedicada y de tiempo completo.
-Mirá en lo que me convertiste – me susurra algunas veces cuando su boca está próxima a realizar alguna sublime destreza.
A veces me pregunto si ella me ama o solo ve en mí un objeto de deseo. Me consuelo (como un tonto) pensando que para ser objeto soy bastante feo, y que si está conmigo un mínimo de amor debe sentir. Me siento frágil, inseguro, temeroso, indefenso, y cometo el error de hacer la pregunta del millón en el momento menos indicado.
-¿Me amás?
Ella responde con una sonora carcajada y continúa con sus perfectos movimientos pélvicos, hace equilibrio en una pierna mientras yo la sujeto por debajo de la rodilla de la otra pierna, me abraza con ambos brazos por el cuello para no caerse, pega su frente a la mía, entre abre su boca y siento su tibio aliento en mi cara, me doy cuenta que está conteniéndose para no hacer ruido, el final no solo es inevitable, sino también placentero.
No responde a mi pregunta.
Bajamos juntos a la sala donde Dolores me esperaba, la vi impaciente. Enfurecida. Cada medio minuto mira su reloj. Está apurada. Le pone cara de culo a Ángela que no la saluda ni la mira, y si la miró fue imperceptible porque llevaba gafas oscuras. Ángela quiere desayunar, y quiere que lo hagamos juntos, “como si fuéramos novios”, diría la blonda de Belinda. Dolores dice algo así como que no hay tiempo, que no hinchemos las pelotas. Ángela, audaz como pocas, mete presión de manera sutil, me sujeta tiernamente de la mano, entrelazando los dedos, y camina lento hacia el comedor, desfilando con su trofeo a cuestas. Yo voy detrás suyo, hipnotizado, como un perrito faldero, pienso en Gustavo Cerati, “¿qué otra cosa puedo hacer?”, escucho un insulto murmurado de Dolores, percibo una leve sonrisa de Ángela. Uno a cero.

Desayunar, de todas formas, no es una mala idea. 

viernes, 22 de abril de 2016

Eterna Magia

Nunca trates de conocer a un arista
no busques los secretos de un escritor
ni te acuestes con un pintor
puede que la magia se desvanezca
como una nube de humo en la noche.

Tal vez solo encuentres sombra
donde ilusionabas luz
dolor donde pretendías amor
ego donde anhelabas consenso
cadáveres en los placares
y bajo las alfombras
tal vez encuentres trastornos
desolado insomnio
aburrida y necia soledad
insana locura
y algún vicio que justifique la creatividad.

Nunca le preguntes a un artista
de dónde vienen sus ideas
porque aunque lo sepan no te lo dirán
ni siquiera un mal mago revela sus trucos.

La magia quiere estar tranquila.

lunes, 18 de abril de 2016

Los Cuatro Elefantes - Capítulo I


Tengo insomnio.
Siempre tengo insomnio.
La televisión encendida en volumen cero delata la hora. El vaso de whisky sobre la mesa de luz está lleno, el hielo se ha derretido, una verdadera picardía. Bebo de dos sorbos la totalidad del elixir. Ya no me quema la garganta, y sé que eso es algo peligroso. Significa que ya soy inmune al whisky aunque espero que sea por el exceso de agua que generó el deshielo. El control remoto de este hotel tiene una pequeña falla en sus botones, los números están trabados y le falta el botón para subir de canal. Solo puedo hacer un zapping descendente. En el canal de la música están pasando un especial con los números uno de Michael Jackson, no puedo escuchar las canciones, pero tiene videos buenos y miro un par, ya nadie hace videos como él.
Cada tanto alguna puerta suena con brusquedad, cerrándose sin escrúpulos. La gente no tiene delicadeza para cerrar las puertas en los hoteles, el anonimato es la mejor defensa, y es lo mejor que puede ocurrirle a una persona. Anonimato, que palabra tan lejana ya para mí. Al menos todavía puedo caminar por la calle, son pocos quienes me conocen sin mi disfraz de artista, sin las gafas ni la gorra y auriculares soy simplemente uno más, solo me conocen de nombre pero no mi rostro. Pero siempre me encuentro con alguien que sí me conoce, y pega el grito y me señala con el dedo, e inmediatamente me veo rodeado de varias personas que pretenden una foto, un autógrafo, un algo que les cambie la vida para siempre; yo, claro, no puedo con esto último, apenas si puedo con las fotos y firmas.
-Regalame una frase – me pidió una chica durante la presentación de un libro.
-Si vas a jugar, que sea con fuego – improvisé, la chica se fue feliz, pero me pregunto qué tanto habré arruinado su vida con esas palabras.
Afuera ya comienza el frío. Es la época, claro. Pienso en la gente que no tiene hogar, en los perros callejeros y siento un profundo deseo de beber más whisky para evadir la realidad, debo escaparme cuanto antes, pero la botella quedó destapada en la mesa de entrada, en el pasillo de la habitación. Sonrío para mis adentros recordando una frase de Andrés Calamaro, “si es un sacrificio prefiero que no”, a veces puedo llegar a ser una verdadera larva.
Ángela duerme a mi lado. Su sueño es profundo. Yace desnuda en posición fetal. Se ve hermosa. Su piel no tiene tatuajes, solo una pequeña marca de alguna vacuna de la infancia. Tuvo una tarde agitada (como todas sus tardes) de lucha interna contra sus propios demonios, que no son pocos, para luego ceder a mis deseos y perversiones más profundas. Es una amante obediente. Me encuentro a mí mismo haciendo una mueca de ternura en la cara mientras la observo, ¿será eso el amor? Dormida es un angelito. Su rostro es de inocencia. Me pregunto por qué será que las mujeres, incluidas sus propias amigas, la odian. Luego la recuerdo despierta y entiendo.
La observo dormir. Por momentos mueve sus ojos con velocidad. Lo noto en sus párpados. Debe estar soñando. Luego deja de moverlos, se calma y respira profundo. ¿Qué clase de monstruos la estarían atormentando en la pesadilla? ¿Habrá podido escapar? Se mueve y entre abre sus ojos para observarme. Verifica que yo esté allí y continúa durmiendo, como si mi presencia la tranquilizara. Acaricio su pelo y sonríe sutilmente. Si esto no es el amor, es, al menos, algo similar, o una clonación imperfecta, una copia cruel que nos da esperanzas y nos hace creer. Una teoría de Ouspensky dice que Dios es tan solo un invento del Diablo para darle esperanza a los seres humanos, y así reírse de ellos. El amor no debe ser tan distinto.
Me preocupo por la lista de temas. Armar la lista del show es más complicado de lo que parece, un error allí y el público se pierde. Generalmente conviene comenzar bien arriba, le gente llega al show con ganas de cantar y saltar, hay mucha energía y adrenalina contenida, bronca, dolor, odio, la gente ya no va  recitales para disfrutar, los utiliza como terapia, y es recomendable hacer que esa bomba explote lo antes posible, para luego sí poder demostrar un set un poco más tranquilo, con sonidos más acústicos y alguna balada, con el público ya no tan sediento.
Se me viene a la mente, de forma súbita, el comienzo de toda esta historieta. Mi depresión, las pastillas, la soledad, el fracaso. Esto último fue un verdadero cachetazo al ego, yo tenía pensado publicar una trilogía de poemas, pero los números no cerraron, y la editorial que me auspiciaba canceló mi contrato luego del segundo libro. En Vicky’s Books, por más que se trate de una editorial independiente, no comen vidrio. Eso desató mi furia.
Hubo una fuerte discusión con Victoria, la líder del clan y el movimiento del que formo parte, tuvimos antiguos pases de facturas, trapitos al sol innecesarios. Las mujeres del clan, incluida Ángela, se pusieron de su lado, los hombres, aunque sabían que el equivocado era yo, del mío, así funcionan las corporaciones. Me exilié en el sur para vivir en una cabaña, enojado con el mundo. Conocí a una mujer recién separada que era psiquiatra, con sed de venganza, dispuesta a probar todo, con quien consumía “drogas legales”, ya saben, tener una receta al alcance de la mano es una ventaja en los momentos de desesperación, y fue, viendo los resultados, una profunda fuente de inspiración. Si el precio para una buena obra de arte es la muerte de algunas neuronas, bienvenidos sean los funerales.
El teléfono de la habitación suena. Trato de atender con velocidad para evitar que Ángela se despierte, eso es algo cercano al amor, dejar que el otro duerma en paz, pero todo lo que se hace rápido se hace mal, y mi torpeza hizo que tirara el teléfono al suelo y el ruido fuese más grande. Ella se despertó a la vez que yo atendí la llamada.
-¿Hola?
-Hola, le hablo desde la recepción, le transfiero una llamada.
-Rocker – del otro lado Dolores estaba un poco nerviosa – Mañana hay que probar sonido temprano, te vas a tener que guardar porque se llenó la ciudad, todos te quieren ver, esto es un quilombo de la San Puta, queda cancelado el Mc Donald.
-Ok.
-¿Vos todo bien?
Dolores siempre fue la encargada de ponerse todo al hombro. Desde las sombras organiza las presentaciones de los libros, las muestras de cuadros, los estrenos de películas, y ahora los recitales; y aun así siempre le queda tiempo para preguntar por el estado anímico de los demás. Es una dulce, no merezco su amistad.
-¿Quién era? – me pregunta Ángela con la voz ronca y me acaricia el pecho. Le digo que “no era nadie”, le sugiero que siga durmiendo, que es temprano, aunque en realidad no sé qué hora es, pero ella no obedece y se levanta.
Camina desnuda entre las sombras. Puedo contemplar su silueta. Se desplaza por el dormitorio desnuda con una naturalidad que asusta. Llega hasta la botella de whisky destapada. Me dice en tono de regaño algo así como que si no la tapo se evapora. Bebe del pico un sorbo, como si fuese agua. Limpia sus labios con la mano. Me pregunta si quiero. Le digo que sí y estiro el brazo sujetando el vaso. Me sirve hasta el tope y bebe lo que queda de la botella. Me pregunta si pedimos otra. Le digo que mejor no. Bebo mi whisky casi de un sorbo, esta vez sí me quema la garganta y parte de mí se tranquiliza. Siento escalofríos. Creo que tomé demasiado. Ángela se me sienta encima y murmura algo de manera cariñosa, finge ser una niña. Hace trompita y enreda un mechón de su cabello en su dedo. Me besa. Su boca sabe a alcohol. Sus muslos al costado de mi cadera son serpientes que no pretenden quedarse quietas. Trato de adivinar la hora pero ya perdí noción del tiempo, y los movimientos de Ángela me hacen perder la noción del espacio. Dice una canción de Solari, “yo no la cambio por nada cuando empieza a cabalgar”.

El cielo, a veces, es un lugar tentador.

miércoles, 13 de abril de 2016

El Espejo Siniestro

Verte naufragar así es un misterio
descubro desde el tacto tus deseos
y así descontracturo todos tus nudos
con solo mover un par de dedos.

Si hay placer no hay dolor
se destiñe tu voz.

Soy el mango del puñal
que entra en tu cuerpo
la carne se adormece sin riesgo.

Preguntame a dónde van
todos mis miedos
después que los convierto
en deseos.

Dame un Dios y soñá
con un manto de piedad
mentiroso el final
¿el cielo dónde está?

El infierno puede ser muy divertido
bailando con el Demonio correcto.

Tu mirada me hace ver
todas las dudas
que plasma aquel espejo siniestro.

lunes, 11 de abril de 2016

El Vino de la Copa

Ayer conté las veces que pensé en ella.

La primera cuando me desperté e imaginé
que dormitaba a mi lado.

Después al mirarme al espejo y ver de
la nada su rostro, nunca la vi recién
despierta, despeinada y con los ojos
inflamados.

Más tarde en la parada del colectivo,
todas las mujeres con algo rosa en su ropa
me transportan a ella.

En el trabajo la imagino trabajando,
responiendo el teléfono con educación,
atendiendo a los clientes con simpatía,
coqueteando con sus compañeros
haciendo comentarios pícaros con sonrisas
cómplices, y me pregunto con cual de todos
ellos se estará acostando.

La imagino por las tardes en sus clases de
gimnasia y pienso en cómo le irá con sus
clases de pintura.

En la cena me lamento no tener el valor
de invitarla a cenar, e imagino cómo se
vestiría en una posible cena, la imagino
con el cabello recogido, un vestido rojo y
corto, con un collar en su cuello que ayudaría
a resaltar la desnudez de sus hombros.

Pienso en ella bebiendo el vino de la copa
la escucho confesarme sus secretos
llorar sus temores
pienso que me diría el número de hombres a
los que les rompió el corazón
y la veces que se lo rompieron a ella.

La imagino con sus ojos cerrados
y la boca entre abierta
veo su espalda a la luz de la Luna que
ingresa por la ranura de la ventana
veo, ahora, su cabello suelto
la observo recostada y en cuclillas.

Ayer conté las veces que pensé en ella
pero perdí la cuenta.

sábado, 9 de abril de 2016

EDIFICIO DESHABITADO


“El amor nos da la vida
y su ausencia
nos mata un poco cada día”.

Bebe.

Miércoles 04:37 AM.
Oficinas del Empresario Rocker.
El edificio se encuentra desolado. Los diecinueve pisos del lugar se encuentran vacíos. Si se presta atención se puede oír como las agujas del reloj de los diferentes salones y oficinas no coordinan jamás a la hora de marcar el inicio de un nuevo segundo. Las alarmas generan armonías y melodías dignas de Mozart, pero nadie puede oírlas. Todos tienen un leve retraso, o lo que es peor, algunos están adelantados, “el tiempo es arena en mis manos”, dice Gustavo. Alguno olvidó su radio encendida en la oficina, pero algo hace interferencia y prohíbe que las canciones se escuchen con normalidad, todo se tiñe de un color sepia antiguo. En el baño alguien dejó la canilla abierta y olvidó presionar el botón del excusado, dejando a la vista la felicidad por la que había atravesado, “los hijos que no tuvimos se esconden en las cloacas”, se escucha a las pérdidas desde alguna radio.
Allí estaba Rocker. Solo. Y pensar que era el dueño de todo eso, que era el magnate más poderoso de la última década y media. Pensar que la noche anterior había sido el centro de atención de una fiesta inolvidable, donde no se escatimó en elixires, mujeres y sustancias, que ese mismo día había tenido que concurrir a innumerables reuniones de producción para concretar, o no, determinados proyectos. Que su celular en las horas de la mañana y la tarde es un equipo de música que no se apaga, no se apaga y no se apaga. Siempre sonando. Siempre alguien que trata de hablar con él. Siempre la prensa, productores, políticos, siempre alguien. Pero no esa noche.
Miraba por la ventana del piso trece. Su oficina daba a la avenida principal de la ciudad, la tristemente célebre General Incertidumbre, en dicha avenida ocurrieron un par de suicidios mediáticos que consiguieron inmortalizar la calle. Desde allí se veían las luces de los negocios, los autos pasar, luces de neón que parecían posar para la foto de una postal. Algún noctámbulo caminando. Otro loco paseando el perro. Deseó más que nunca estar acompañado por alguien.
¿Dónde habría dejado su celular para convocar a alguno de sus secuaces? Resignado a comenzar una búsqueda trata con los e-mailes pero no hay caso. Huele rápido y camina rodeando su escritorio. Llama por el interno a su secretaria, pero esta ya se ha ido, la muy cabrona ya no quiere trabajar horas extras. Camina hasta la puerta, la abre y sin soltar el picaporte grita.
-¡¡Hola!! ¿Hay alguien ahí?
Nada. El edificio se encuentra deshabitado. Lo que él siempre quiso, deseó, tranquilidad. Pero no en ese momento.
Los deseos rara vez se cumplen en el momento en que uno los desea. Por tales motivos hay que tener extremo cuidado a la hora de desear algo; porque no podemos afirmar que mañana desearemos lo que deseamos hoy.
El Empresario Rocker continúa solitario, sus nervios pueden llegar a jugarle una mala pasada. Respira enérgico una vez más. Su pulso ya está acelerado (¿qué esperaban?), encontró su celular debajo de las fotos de la última fiesta. ¿Quién sería esa colorada? ¿La del collar exótico es ella o él? Llama al de Pelo Largo, celular apagado. Prueba suerte con el teléfono fijo. Deje su mensaje después de la señal. ¿Dónde se habría metido? Trató con el Adicto, fiel compañero de aventuras,  pero el destino siguió estando en su contra, celular apagado y el fijo ocupado constantemente. Tampoco responde el Burgués, quien apareció en todas y cada una de las fotos de la fiesta.
Circunstancialmente, y solo en algunos momentos, por motivos que no quedan del todo claro, el ser humano se encuentra solo. Es en esos momentos donde uno debe aceptar la desdicha y no salir a buscar malas compañías.
Sin consuelo próximo a la vista, y tratando de impedir caer en las crueles manos del aburrimiento, el Empresario Rocker se tira sobre el sillón giratorio situado detrás de su escritorio y gira tal cual un niño de ocho años.
-IIIUUUUJUUUUIIII - grita mientras dura el envión.
Desde ese lugar el tipo se recuesta sobre el respaldo y aspira, ya más relajado, aire de su tarjeta de crédito. El aburrimiento llega, generalmente, de la mano de la resignación. Hacen una nefasta dupla. Piensa, “esta es mi vida”, sonríe con triste sarcasmo.
Aun recostado sujeta otra vez (el cabrón es insistente) su celular. En la agenda ya casi no le quedan números que marcar, no tiene mucha gente de confianza. Con los ojos cerrados y con una concreta memoria visual, marca familiarmente el número más conocido, ese que tiene en el discado rápido. Algunos minutos después escucha el sonido de las puertas del ascensor abrirse y toma, tal vez por primera vez en el día, aire puro.
Ángela se hizo presente en su oficina de una manera poco discreta. Minifalda roja, pequeña remerita pegada al cuerpo, tacos por supuesto. Ella tiene labios que enamoran. Cabello que enamora. Sonrisa que enamora. Ojos que enamoran. Todo en ella enamora. Rocker la observa, y sin vacilar, a sabiendas que su compañía no sería del todo simple, y conociendo mejor que nadie los posibles caprichos de esa mujer, le dice que “sos tan cruel como tus ambiciones”, ella hace una mueca, recorre con su lengua la circunferencia de sus propios labios y se sirve una medida doble de Whisky sin hielo que no tarda en beber, como el más entrenado de los bebedores, responde con un tenaz “en la vida nunca es nada por amor”, jaque al Rey.  
Tiene pechos que aparentan ser operados, pero no lo son. Una cintura ideal para abrazar con un solo brazo, y un culo, cadera y piernas acordes al resto del cuerpo ya descrito. Rocker se relame, su “banquete gustoso y costoso” está servido pero su cuerpo no reacciona.
El Empresario Rocker, ajeno a todo principio de razón, continúa recostado sobre su sillón giratorio meciéndose, parece estar dormido porque sus ojos no se ven por sus gafas redondas y sus movimientos son imperceptibles, su celular se encuentra tirado sobre la alfombra y sus brazos caídos por los bordes del sillón. Trabajo fácil para Ángela, experta en este tipo de resucitaciones, una “enfermera del amor” profesional, ella no tuvo más que arrodillarse frente a él y realizarle un fellatio que bordeó la perfección.
Al culminar la acción con un fuerte y poco prolijo final feliz, con el Empresario Rocker ya mucho más calmo producto de la compañía de Ángela, esta le comentó, como insinuando, solo al pasar, como quien no quiere la cosa, que andaba con ganas de cambiar su auto por uno 0 Km.
Rocker saca de un cajón la chequera y firma, “pudo haber sido peor”, piensa. La observa enamorado mientras ella limpia sus labios y traga saliva con algo de asco. Sabe que el destino, su enemigo personal por naturaleza, aunque se divierta en el medio de la historia, le tiene preparado un final con ella a su lado, y desde esa certeza (intuición tal vez), el tipo soporta todos los balazos.

Fábula escrita

 por Braian Bauer.

jueves, 7 de abril de 2016

Dos Amores

La chica del gorro de lana rojo camina
llevando un skate en su mano izquierda
y una mochila negra y rosa en su espalda.
La observo desde el banco de la plaza
rodeado de chicos con viseras y una rubia
que mira su celular a cada momento.
Una señora lee bajo la luz del farol sin
temor a ser asaltada, hay dos perros
que amenazan con pelearse pero
terminan jugando.


La chica del gorro de lana rojo es flaca,
rubia, parece tener ojos claros,
y me pregunto a dónde irá, con quién
irá, a qué irá, me pregunto también si
ya lo habrá hecho, con quién lo habrá hecho,
cuándo lo habrá hecho, pienso en cómo lo hará
y me la imagino haciéndolo.
Como una fiera con hambre que persigue a
una hembra en celo, me incorporo y
la sigo, llevo conmigo dos remeras que acabo
de comprar en oferta y un libro que pienso
regalar.


La pierdo de vista porque me distrae un
cuarteto de cuerdas que toca en vivo en
las puertas del Banco Provincia una bella
obra de Tchaikovski.

Uno de los violines es tocado por una
chica flaca, sin curvas que exciten, sin una
cara bonita ni rasgos amables, los otros
dos son ejecutados por chicos con barba,
supongo que uno de ellos es su novio
porque se miran y se sonríen, entran juntos
en cada compás y cierran sus ojos, como
si alcanzaran juntos el orgasmo, el
violoncelo marca el pulso de la mano de
un gordito que solo se ríe y mira a la
gente.


Me alegro de haber olvidado mi cámara
de fotos para inmortalizar el momento, la
chica sin ser linda me llega al corazón con
su música y su talento, me enamoro a tal
punto que siento ganas de llorar, la amo.


Me retiro.


La chica del gorro de lana rojo ya es un
recuerdo, la chica del violín un sutil dolor,
y así pasaron fugazmente por mi vida dos
posibles amores, amantes, amigas
que ya no volveré a ver.