Se cree que
el doctor Hans Knock no trataba personalmente a los pacientes, sino que a
través de informes de otros doctores él recomendaba que tratamiento seguir.
Inclusive muchos Internos eran dados de alta luego de años de internación sin siquiera
haberle visto la cara al director.
Con Victoria
hizo una excepción. El caso de la chica bien ameritaba, según su criterio,
hacerse presente.
-¿Sabés por
qué estás acá? – le preguntó Hans luego de finalizada la Ceremonia de
bienvenida.
-Porque no
entendieron que estaba jugando, no quise matar a nadie, ya estamos todos
muertos, no podemos morir.
El doctor,
emulando la absurda teoría de Viktor Frankl, apoyó sobre el escritorio una
pistola y desafió a Victoria a volarse la cabeza en ese preciso momento.
-Yo no
desafiaría a un loco, doctor… - sonrió Vicky, como era conocida en el barrio.
-Entonces no
sos tan inmortal.
-Voy a ser
inmortal hasta que se demuestre lo contrario.
Knock, que
estaba grabando la conversación en su grabadora analógica presionó el botón de
STOP para detener todo tipo de pruebas y evidencias.
-¿Quién sos?
– le preguntó, también desafiándola.
-Soy todo lo
que dicen que soy, soy todo lo que quieren que sea, soy lo que idealizan en mí,
soy tu frustración, soy a lo que le temen, soy la esperanza, el talento y la
mentira, soy la ansiedad – Vicky tomó la pistola y la llevó a su boca, miró al
doctor y jaló el gatillo, la bala, por supuesto, no salió – Soy el misterio.
La chica se puso de pie y se
retiró sin voltearse ni despedirse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario