viernes, 24 de junio de 2016

Inercia


Veámoslo de esta forma. Todo lo que está a tu alrededor muere. Tus deseos incluidos en la bolsa mueren, tus anhelos, tus aspiraciones, tus sueños, inclusive tus pecados más perversos se ven deteriorados hasta la nada misma, tus más antiguas maldades dejan de existir. No queda nada, salvo tu mente, en blanco, temerosa, quieta, inerte, ajena a todo tipo de conflicto residual, muda frente a ese final tan anunciado.
¿Qué harías al no tener respuestas?
¿Qué harías al no tener dudas?
¿Qué queda cuando ya no queda nada?
¿Insistimos por el mismo camino, tercos, convencidos y firmes, o cambiamos de plan y nos convertimos en todo aquello que alguna vez criticamos, y hasta llegamos a odiar?
¿Cómo darnos cuanta si avanzamos por instinto o inercia?
¿Qué hacer cuando el rival se te viene encima con furia, te acecha, te roba seguridad, te maltrata psicológicamente, y salir jugando ya no es una opción viable?
¿A dónde ir cuando huir ya no tiene sentido?
¿En qué momento es válido entregarse?
Solemos decir que hay que morir con las botas puestas, pero… ¿Cuántas veces viste a la muerte a los ojos y la desafiaste ajustándote los cordones?
¿Podemos presumir de nuestro espíritu anárquico?
¿Cuántas veces ofertaron por tu alma?

El mejor Postor aún no llega. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario