miércoles, 2 de noviembre de 2016

Las Últimas Palabras del Señor Dasei

Apenas caía el sol. Podía ver el anaranjado del cielo mezclarse con el azul oscuro de la noche que amenazaba con imponerse. Comencé a sentir frío, claro, estaba desnudo al aire libre un día común del mes de Julio. Por mis venas corría el miedo, uno es valiente pero hay determinadas cosas que nos agobian y por más terapia que se haga el temor sigue allí, como una hoja en blanco que nos mira, nos desafía y nos goza, porque el miedo se divierte con nosotros, le gusta asustarnos consciente de su poder.
Allí me encontraba, desnudo, casi inmóvil, porque vale destacar que también me encontraba con las manos atadas por la espalada, y también estaban atados mis tobillos con una gruesa y húmeda soga. Me dijeron que me mueva, me dieron un empujón, yo apenas podía moverme, claro, no es fácil caminar con todas las extremidades prisioneras de los nudos. Caminé como pude, lento, como esos ancianos que salen a caminar por recomendación del médico aun cuando no sienten ganas de caminar, y me paré donde me lo indicaron.
Un hombre de barba, corpulento y con expresión de monstruo se acercó a mí y me vendó los ojos con una tela que en su momento supo ser blanca, pero hoy ya mostraba pequeños grises que el jabón en polvo era incapaz de disimular. El vendaje también estaba húmedo.
-¿Un último deseo? – me preguntó gentilmente.
-No sé – dije - ¿Qué se estila generalmente en estas circunstancias?
-Un pucho.
-Un pucho entonces.
Agudicé mis oídos y sentí como el hombre de barba buscaba en sus bolsillos lo que supuse sería el paquete de cigarrillos, supe también que lo estaba abriendo para mí por el sonido del celofán romperse. A continuación escuché como la cabeza rasposa de un fósforo se frotaba contra uno de los lados de su caja para encenderse, como siempre pasa los fósforos no prenden de una, y el hombre debió frotarlo varias veces, recién al tercer intento el fuego se hizo presente.
-¿Quiere decir sus últimas palabras? – me consultó.
-¿Debería?
-La mayoría hace uso de esta opción.
-¿Y qué dicen?
-Rezan, juran venganza, nos insultan, cantan, depende…
-Bien, debería decir algo entonces.
-Pero apúrese por favor, no tengo todo el día.
-Si no hay amor que no haya nada.
El hombre de barba lanzó una carcajada a modo de burla. Me tiró el humo del cigarrillo que acababa de prender en la cara y luego lo colocó en mi boca.
-¡¡Apunten!! – gritó.
El temor me invadió. Estaba desnudo, atado, con los ojos vendados y un pucho en la boca. Jugado sin fichas dirían en el barrio.
-¡¡Fuego!!
El sonido de la escopeta fue ensordecedor. El plomo viaja rápido pensé, porque al mismo tiempo de escuchar la explosión de arma mi pecho comenzó a arder. La bala dio de lleno en mi corazón, al menos el tirador tiene puntería me dije mientras caía de rodillas sobre el suelo. Intenté respirar. Me dolieron los pulmones y recordé la vez que tuve neumonía. Esto era peor, esto era dolor de verdad. Mi tórax se estaba prendiendo fuego, se incendiaba desde adentro. Si bien mis ojos estaban vendados mi vista se tornaba nublosa. Caí de costado y con lo que supuse serían mis últimas fuerzas tosí. Mi garganta expulsó sangre que no tardó en bañar mi cara a modo de lluvia. Oí unos pasos acercarse. Las botas hacen ruido.
-Señor – dijo una joven voz – Sigue con vida.
-Carajo… pónganlo de pie otra vez.
Agradecí al joven que ayudó a incorporarme.
-¡¡Apunten!! – gritó con furia el hombre de la barba.
-Esperen - supliqué - ¿No cree usted que debería renovar mis últimas palabras?
-Vamos hombre, no se me va a poner sentimental ahora.
-Al final de cuentas mis últimas palabras no resultaron ser las últimas.
-Tiene sentido, diga nomás.
-Dios es música – dije, sinceramente, sin saber que decir.
El silencio en el ambiente me hizo saber que los presentes estaban desconcertados, seguramente se estarían mirando entre ellos, algunos burlones, otros anonadados, otros deseando que la situación finalice cuanto antes.
-¡¡Fuego!!
Esta vez la bala dio entre mis cejas. Se me vino a la mente un partido de fútbol de mi infancia, yo era arquero y el delantero rival pateó con fuerzas, yo, falto de reflejos no puse las manos y el balón dio de lleno en mi cara volteándome. Si bien era un dolor parecido, sobre todo por la caída en peso muerto hacia atrás, esta vez todo fue más intenso y con olor diferente. El humo de la pólvora ingresaba por mis fosas nasales. Comencé a sentir un agudo sonido, ese chillido que se escucha cuando estamos aturdidos es un “LA”, la última nota que escuchamos en nuestra vida es un mísero e insignificante “LA”, volví a toser y todo se tornó silencioso, sentí mi cuerpo flotar, quise moverlo pero no pude.
-Desátenlo – fue la orden.
El joven que ayudó a ponerme de pie fue el encardado de desatarme. A pesar de estar aturdido pude escuchar como el hombre de barba le ordenaba que me arrojara donde estaban “los otros”, y que vaya urgente a buscar a uno nuevo.
-Con este tardamos más de la cuenta – dijo.
-Señor – dijo el joven – Todavía respira.
Mi cuerpo reaccionó. Pude ponerme de pie por mis propios medios.
-Disculpen – dije - ¿Alguien tiene una aspirina? Esa bala me movió el cerebro, me duele la cabeza.
Algunos se asustaron y comenzaron a persignarse en el mismo momento que yo me quité la venda de los ojos.
-Imposible – dijo el hombre de la barba - ¿Cómo?
-Miré hombre – le expliqué – Si usted cree que con una bala puede matar a una idea está equivocado.
Palmeé su espalda en amigable gesto y me retiré del lugar caminando silencioso hacia mi destino, consciente de mi inmortalidad.


viernes, 28 de octubre de 2016

Blues para mis zapatillas viejas

Me gustan mis zapatillas viejas porque ya están gastadas
sus cordones se desatan con facilidad
y tienen flojas las suelas
ya casi no tienen color y están muy finas
me dijeron que compre zapatillas nuevas
y yo las compré pero no las uso
no me gustan
no me conocen
me hacen doler los talones
no me entienden
y dan mucho calor
en cambio mis zapatillas viejas ya conocen el camino
me acompañaron siempre
impidieron que me cayera
son mis amigas
estuvieron ahí cuando te besé por primera vez
y cuando tuvimos que correr de la policía
se salvaron de milagro cuando me robaron
y se mojaron conmigo en la ruta para poder ver al Pato
el zapatero ya me dijo que no tienen arreglo
hoy les escribo este blues
porque es todo lo que puedo darles.

lunes, 24 de octubre de 2016

Boceto 2017

Segundos antes de la locura su novio pudo comunicarse con su familia, quienes dieron aviso a la policía, quienes llegaron al lugar de los acontecimientos antes que el suceso se convierta en la tragedia perfecta. Discusión de pareja donde ella perdió la razón y comenzó a perseguirlo  a él con un cuchillo en la mano, mientras su único hijo de tres años lloraba desde el suelo donde minutos antes jugaba plácidamente con un rompecabezas y un video clip de Nirvana sonaba a todo volumen desde el televisor.
Los oficiales se dieron cuenta que la situación ameritaba más la intervención médica que la policial, así entonces luego de separar a los individuos y de poner en resguardo el niño, la joven y potencial criminal se encontraba esposada en el asiento trasero del patrullero, mientras sonreía y lanzaba sutiles risillas mientras balanceaba su cuerpo, su cabellera rubia cayendo desprolijamente sobre su cara impedía ver sus ojos, que se presumían abiertos como un dos de oro, perdidos y distantes.
El Secretario de la clínica llegó junto con la Enfermera en una pequeña pero lujosa ambulancia. El hombre bajó del vehículo y automáticamente arrojó al piso el cigarrillo que venía fumando. Lo pisó con fuerza con su zapato derecho, como si estuviese matando a un bicho cascarudo. Preguntó a uno de los oficiales cual era la situación y se acomodó sus gafas redondas y oscuras, apenas pasaba el mediodía y el sol estaba muy fuerte.
-Se volvió loca – explicó el policía.
-Supongo que tiene usted una formación académica sorprendente que le permite diagnosticar ese tipo de cosa, ¿o me equivoco?
- …
-¿Formación artística al menos?
-No, señor, no.
El Secretario le hizo un gesto con la cabeza a la Secretaria para que bajara de la ambulancia, un imperceptible cabezazo como si la estuviese invitando a bailar en un boliche retro. La mujer obedeció, caminó bordeando el vehículo sosteniendo unas carpetas en su mano derecha mientras que en la izquierda portaba un kit de primeros auxilios. No saludó.
El Secretario palmeó al policía y le explicó: “Solamente dos seres pueden distinguir a un loco de un sobrio, los doctores y los artistas”, el policía, que quería golpear a ese tipo masticó bronca y asintió.
-Entiendo – balbuceó el oficial – Ustedes son grandes doctores.

-Se equivoca amigo – bajó sus gafas para mirarlo a los ojos – Somos artistas.

viernes, 7 de octubre de 2016

Operativo Retorno.

Todos nos preocupamos a finales del año pasado, 2015, cuando los rumores sobre la salud de Victoria ya no podían esconderse, se hablaba de depresión, trastornos alimentarios y alcoholismo. Finalmente en el mes de Diciembre ella misma, con un comunicado, confirmaba todos los rumores a la vez que dijo que se internaría en una clínica de rehabilitación en la provincia de Entre Ríos.
Después de eso, poco y nada se supo de la querida Victoria.
Sus compañeros del clan se llamaron a silencio un tiempo para luego comunicar que se tomarían un año sabático, y de esta forma el año 2016 no tendrá fanzines nuevos.
Cada uno continuó con sus proyectos paralelos, Rocker con su banda de música electrónica y Malherido le dio forma a su primer libro.
Victoria (según trascendió ya no quiere que le digan Vicky) esporádicamente enviaba, cuando los médicos se lo permitían, algún mensaje desde la clínica, pero en el medio de la vorágine y caos que es el VICKY'S BOOKS sus palabras pasaban sin pena ni gloria. Cada tanto algún seguidor preguntaba por ella, pero nada más.
El rumor acerca de su inminente alta médica comenzó a circular hacia finales de Agosto de este año, y tanto Rocker como Malherido debieron salir a poner paños fríos a la situación, aclarando que la joven no participaría de la feria del libro a la cual ellos estaban invitados.
Pero el río sonaba, y muy fuerte.
"Volveré y seré folleto", dijo Victoria una tarde en la terapia grupal con otros internos.
La frase cruzó los muros de la clínica y nuevos rumores se instalaron. Nuevamente hubo que desmentir la publicación de un nuevo fanzine en el 2016.
Estos días se vio a Victoria caminar por las calles, recibió el alta hace algunos días, lo hace sin vestimentas llamativas, ni maquillaje ni sus típicas gafas. Camina algunas cuadras y regresa a su hogar, realiza el ejercicio físico vestida de entre casa, de esa forma nadie la conoce, "si soy simple soy una más" le habría dicho a su madre, quien le institía para que se produjera un poco.
"Soy una más" en tiempos de "Ni una menos". Victoria desafía siempre. Transgrede.
Hace un par de semanas el mismísimo Rocker fue el encargado de brindar la noticia de manera oficial, diciendo que "no sabemos si será con bombos y platillos o si será en silencio, pero Vicky vuelve", y Los Talibanes (así se llaman los seguidores de Vicky) comenzaron a especular.
¿Vuelve Vicky's Books?
¿Vuelve como solista?
¿Vuelve con libro?
¿Vuelve con un Alter Ego?
Mientras tanto una extraña FanPage en Facebook comenzó a circular, VZ! como un zumbido, hace crecer todo tipo de rumores.
La historia de estos personajes nos dice que Diciembre es su mes preferido. No falta tanto.
Los rumores dicen que desde el núcleo duro del clan se está tejiendo el operativo retorno, y que será algo grande y fabuloso, y conociendo a esta clase de personas, la palabra "fabuloso" no debemos tomarla a la ligera.
Victoria no hablará con la prensa este año.
Diciembre se acerca.


Victoria caminando por las calles de Necochea.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Organizar tu Lectura

La pila de libros que me espera al lado de la cama solo es comparable a la que crece cada día en mi mesa de trabajo. Libros, libros y más libros. Los japoneses han acuñado una palabra para referirse a esta acumulación: Tsundoku. Pues bien, eltsundoku, en mi caso, parece interminable. Eso sí, por trabajo tengo que leer muchos libros que de otra manera no haría, pero para la mayoría de lectores, esto no es así. Pese a todo, la pila de libros interesantes crece para todos, así que hoy os vamos a dar algunos consejos sobre cómo optimizar la manera de leer.

Las dos listas.

Este es un sistema clásico. Haz una lista con todos los libros que te interesa leer. Sin miedo, aunque supere los cien o doscientos títulos. Hazla, ponlo por escrito. Una vez la hayas terminado, selecciona los diez que más ganas tengas de leer y ordénalos de más interesante a menos, creando una nueva lista. Empieza a leer por ese orden y no cojas ningún libro nuevo hasta que esos diez estén terminados. En ese momento, vuelve a la lista grande y selecciona otros diez. Está claro que la lista larga es interminable y la puedes actualizar siempre que quieras.

La regla del 30%

Puede que tuvieras muchas ganas de leer un libro, pero al ponerte con él es posible que no fuera tan fantástico como esperabas. De hecho, quizá sea un libro que no te emociona en absoluto. No lo abandones en seguida, a veces a un libro le cuesta arrancar, dale una oportunidad, sobre todo si ya conoces al autor y te gusta. Pero un buen consejo es que si llegas a un 30% del libro y este no te gusta, lo mejor es que lo dejes y des paso a otro. Hay muchos libros y muy poco tiempo.

La lectura simultánea.

Cinco capítulos por libro. Dos libros a la vez. Hasta que no terminas de leer un bloque de uno, no puedes seguir con el otro. Aunque te haya dejado en un momento de esos que seguirías leyendo hasta las tres de la madrugada. Combinar varios libros y segmentos es una manera de avanzar más deprisa y de optimizar el tiempo de lectura. Un libro puede ser para el transporte público y el otro para casa. El tamaño de los bloques y el número de los libros es personalizable, por supuesto.

Leer 30 minutos todos los días.

Sí, lo normal es que le dediquemos más a la lectura, pero hay días que, sencillamente, no leemos nada. La vida es así, para qué lo vamos a negar. Pero lo cierto es que si nos forzamos a leer un mínimo de 30 minutos todos los días, aprovechando los resquicios que podamos, forjaremos un hábito que nos hará avanzar en nuestras lecturas mucho más rápido de lo que imaginamos.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Consecuencias (El Lado Oscuro de Sofía)

PRESENTAMOS EN EXCLUSIVA UN ADELANTO DE LA FLAMANTE RE-EDICIÓN DE LOS TRAUMADITOS, NOVELA URBANA CON ALTAS DOSIS DE PSICODELIA Y SURREALISMO.

      Los últimos meses de vida de Pierre fueron intensos, lo suficiente como para escribir una novela basada pura y exclusivamente en eso. Criado en una familia tradicional y ultraconservadora, desde niño recorrió iglesias de todo tipo y con los personajes más variados en busca de su fe, en busca de algo en que creer. En parte por mandato familiar, su padre había sido pastor de un pequeño templo montado en un salón barrial, después de abrirse de la iglesia evangélica más ortodoxa y en parte por una fuerte necesidad interior, aparte de una personalidad muy débil, se volvió fanático religioso llegando al término de la niñez.
      Reprimido por los estrictos dogmas religiosos que su progenitor impartía con severidad y la educación recibida por su madre, jamás conoció las pequeñas cosas simples de la vida como el placer o el deseo, la tentación o la vida misma. No deseaba si no lo autorizaban a que desease, no gozaba si no lo autorizaban a gozar.
      Pero siempre sin pasarse de la raya.
      Era un verdadero ente, un golem que haría cada cosa que se le pida siempre y cuando lo aprueben las sagradas escrituras y la iglesia.
      Nos conocíamos porque vivíamos en la misma cuadra. Pierre era el típico chico al que iban los matones del barrio a pegarle, a empujarlo, a quitarle sus cosas y a obligarlo a que viniera por ellas. Él iba sin interés, sabía que tarde o temprano terminarían por devolvérselas, pero si no aceptaba la humillación la cosa se ponía espesa de verdad. Si bien nunca atiné a separarlo ni mucho menos a defenderlo, por miedo a represalias en mi contra, siempre hicímos buenas migas. Era el único que se juntaba con él. De hecho estuve un tiempo enamorado de su hermana. En el transcurso de algunos meses iba a su casa con la excusa de verla a Sabrina, hasta me quedé a comer y me atreví  a encabezar la bendición de la mesa familiar para ganar puntos con todos. Ella se me reía en la cara y jamás me dio la más mínima oportunidad, su papá no me quería demasiado y la madre hacía lo que decía su esposo. Fue durante la adolescencia, un tiempo antes de conocer a Sofía.
      Esa mañana gambeteo gente en la plaza como si fuera un Maradona sofocando una biblia debajo de su axila, con la mirada perdida y esquiva. Torció su rumbo del caminito de adoquines entre los árboles y se dirigió hacia donde me encontraba, en un banco de madera, a pocos metros de la calesita, un viejo carrusel con los juegos para los niños despintados, las alas de los aviones desatornilladas y varios caballitos, que por su apariencia, parecían enfermos. 
      Habían transcurrido algunos días sin ver a Sofía. En la escuela estaba como ausente sin aviso y en su casa ni el chino antipático ese que vive con ella se acercó cuando llame a la puerta, mucho menos ella. Golpee con fuerza la puerta y grité su nombre.
      -¡¡Sofía!! ¿Estás bien?
      Por respuesta recibí un silencio desalentador, los vecinos me miraban de lejos, pero cuando quería hablarles apuraban el paso y se iban a esconderse a sus casas.
Por primera vez comencé a analizar fríamente los hechos en torno a esos días que habían transcurrido, eran un puñado de cosas inconexas que no tenían el menor sentido, pero que eran huellas oscuras de algún rincón todavía más oscuro de su alma y de su existencia que dejó para que la siguiera, todo muy de golpe al menos para mí.
      Me encontraba recapitulando todo, mientras observaba a las hormiguitas llevar su alimento al hormiguero, cargar un peso superior varias veces al de su fisonomía cuando Pierre se plantó delante mio. Dejándome oscurecido por su sombra     
      -Dios se me apareció en un sueño y me dio un mensaje –Dijo.
      -¿Qué tipo de mensaje? –Mi pregunta sonaba a sarcasmo.
      -Debo convertir a la humanidad, estamos en vísperas del apocalipsis, toda la creación inmolándose a fin de salvar a los convertidos. Soy un enviado de los cielos, traigo conmigo una extensión del paraíso para convidar aquí en la tierra. Un mensaje no es nada sin un hablante y un oyente que le den sentido, es tan solo un código para el cual soy el vehículo, el nexo entre Dios y los mortales, quien quiera oír que oiga…
      Mis ojos se posicionaron sobre él, no podía creer lo que estaba escuchando. Esperaba el momento en que me dijera es una broma boludo pero ese instante nunca llegó. Sus palabras sonaban convencidas, firmes y no había rastros de duda en su prédica. Era un hecho, en ese instante en que, a unos pasos nuestros, la piedra de ese niño había impactado sobre el cuerpo de ese pájaro quitándole la vida, solo por ese morbo de ver morir a un ser ¿Lo ayudara a comprender la muerte? un anciano movía el alfil con una mano dejando a su contrincante en jaque y con la otra espantaba una abeja de sus ojos, una pareja se besaba, una señora los veía con actitud reprobatoria, tal vez en algún lugar del mundo alguien tenía una pesadilla sobre tigres agresivos, una pareja comenzaba a desnudarse con urgencia y varios niños morían ¿Evitable o inevitablemente? de hambre, todo había cambiado. En algún punto y desconociéndolo, para una cantidad considerable de gente tan anónima como ellos, las cosas no serían lo mismo desde ese instante. Él permanecía indiferente, seguía con una serenidad turbia, aterradora, me recordaba a Charles Manson en una entrevista desde la cárcel que vi en televisión.
      Tragué saliva, por primera vez Pierre me preocupaba.
      La mañana continuaba con su desesperante ritmo, miles de cuerpos inertes acarreando portafolios y morrales más inertes que quienes los llevaban, la voracidad de la especie humana avanzando a tres baldosas en un paso, sudando para llegar temprano a la oficina y cumplir con la miserable vida monótona dictada de antemano ¿Eso era vida? ¿Cazadores o presas? Me recordaban a las hormiguitas que estuve mirando, pero con un sentido propio del canibalismo. Colectivos vomitando y deglutiendo personas en cada esquina, todo mientras aquí, debajo de unas palmeras donde unas palomas armaron su nido, Pierre me observaba con ojos penetrantes, como si tratara de hipnotizarme con la mirada, ignoraba cuanto tiempo había permanecido así; cuando se percató que percibí su fijación, tomó la biblia y comenzó a hojearla, solo por hojearla, solo por intentar disimular, con escasos resultados. Siempre fue un hombre de pocas palabras, ajeno a todo, parecía como si no estuviera allí, taciturno por momentos.
      -Me voy a propagar la nueva fe –dijo y con su habitual serenidad partió rumbo hacia la humanidad.
      No volví a tener contacto personal con él.
      Nunca más.

      Sofía volvió a la escuela completamente demacrada. Pálida. Cadavérica. Espectral, ni el maquillaje oscuro en sus ojos podía disimular su aspecto, ni su profunda tristeza. Aunque todavía era deliciosa, sexy, inalcanzable, le quedaba tan bien ese cigarrillo en los labios que fumaba en la esquina de la escuela, sobre todo inalcanzable… Parecía ida, perdida, con escasas horas de sueño y demasiada vida poco feliz ni saludable encima. Durante las horas en que permanecía sentada en su banco, solo intentaba colaborar con el efecto de la cafeína (su talón de Aquiles) y las aspirinas y no ceder ante la necesidad de descansar, lo cual no estaba ocurriendo.
      Siempre llorando en cada rincón, en cada pasillo, en el baño, en el patio, al lado de un cesto de basura, a veces durante la clase, llegando a interrumpir al profesor. Partiendo de sus ojos descendían lágrimas negras, acariciaban sus pómulos e iban a dar a su boca. Fue en ese periodo de tiempo en que conocí a Sofía, es decir conocerla verdaderamente. Esa que yacía oculta bajo una imagen no tan dura, menos acida, un poco más apetecible al paladar de la normalidad.
      -Te estuve buscando todos estos días, ¿Dónde estabas?
      Su rostro emergió entre esa madeja de brazos y piernas entrelazados. Sus ojos grandes, negros, lejanos, se hallaban como si hubiese estado fumando toda la marihuana del mundo, pero no, no ahora al menos, eso era para algunos momentos nada más, solo para tener un motivo para reír, aunque venga dentro de un cilindro de papel con droga.
      -¿Sabes lo que pasa? –Empezó. -Fíjate acá, rodeados de gente y nadie sin embargo. Somos seis mil ochocientos millones de personas en este mundo hipócrita y estamos tan increíblemente solos sin embargo, no tenemos a nadie, lo cual agiganta aún más la sensación de vacío y desolación que experimentamos a diario. Al final somos pequeños como un granito de arena en la ciudad. Y lo peor es que es todo tan increíblemente efímero que de un plumazo pasaron años enteros y mirando atrás no se alcanza a vislumbrar que hayamos hecho nada por lo que debamos sentirnos verdaderamente orgullosos; todo es tan igual, todo tan repetido, ya no queda nada que sea único e irrepetible, la cadena en serie se comió al ser humano. Yo intento escapar a esa voraz maquinaria de engendrar hegemonía.
      -No estás respondiendo a lo que te pregunté.
      -Sos bueno en serio. Anda y pone una agencia de detectives, te llenas de plata. ¿Qué hacés perdiendo el tiempo en este antro?
      Su rostro volvió a hundirse entre la totalidad de su humanidad depositada en una gran baldosa.
      -Dejame, quiero estar sola.
      Intenté abrazarla. Fue en vano.
      -Te dije que me dejes pendejo, ¿No entendés? –Gritó y me dio un empujón que me dejó tirado en el piso. Su voz era dura, áspera, lejana y tenía contenida una rabia violenta, al igual que su mirada.
      Hubiese sido demasiado fácil juzgarla sin saber, hacer lo que hacen todos. Por ese entonces, en la escuela, circulaba un rumor (en las escuelas los rumores están a la orden del día) que sugería que Sofía había sido violada por su padrastro, a quién asesinó luego de perpetrar la penetración forzada, e intentó quitarse la vida cortándose las venas. Comenzando a comprender esa misma noche a Sofía, las canciones se sucedían una tras otra, fuertes, furiosas, dementes y psicodélicas por momentos, la marihuana comenzaba a hacer efecto y todo en ese entorno cobraba otra dimensión; nunca, por favor nunca te ilusiones conmigo, no soy para vos, no soy para nadie… soy una montaña rusa de sufrimiento… solo lograría enloquecerte, los ecos de su voz aun sonaban estridentes, rebotaban, me entristecían, sentía por momentos impotencia que se transformaba en odio. Dejame, quiero estar sola… más impotencia, odio-amor-odio, pero siempre al final aparecía el caprichoso amor. Si no hay amor que no haya nada entonces.
      Creo que estaba enloqueciendo, lo cual le daría la razón a ella, la razón a una loca, pensé, o la marihuana era realmente muy buena como me prometieron. La pagué a un precio alto a un puntero conocido de un compañero de la escuela. Sentenciado por la estrepitosa sensación de vértigo que proporciona la incertidumbre y el intenso temor a lo desconocido, comenzaba a adormecerme, de pronto todo se desvanecía, la realidad caía lentamente, como un telón que se corre y da paso a otra realidad sobre un escenario, como en la más surrealista de las alucinaciones. En ese momento Sofía y Pierre eran actores secundarios de la puesta en escena onírica que de a poco cobraba mayores dimensiones, pero allí estaban, siempre.
      Comenzaban a caer los aviones desde el cielo hacia el mar, hacia la arena, que ya no era arena y era una balsa donde estábamos los tres en medio del océano. Ellos no decían ni una sola palabra, de alguna manera guardaban un silencio trascendental bajo esa lluvia de objetos voladores suicidas, uno tras otro se estrellaban en el horizonte, uno tras otro sin nacionalidad, sin bandera, parecía que mi subconsciente rindiera culto a la desgracia en cada sueño. Un ruido proveniente de la puerta me devolvió bruscamente a mi habitación y a la música que seguía su curso. En ese preciso instante es cuando más miedo le tengo a la locura, ahí, cuando el sueño se vuelve vigilia tan abrupta como arbitrariamente, es que a veces me cuesta discernir sus límites. Cuando un sueño es tan real ¿Cómo saber reconocerlo como tal? ¿Cómo comprender que eso no es la realidad?
      Caminé unos pocos pasos hasta la puerta. Encontré un papel que en la oscuridad parecía un collage y luego de encendida la primera luz (torpemente, cabe destacar, debido a mi narcótico estado), pude verificar que era una nota hecha con letras recortadas de diarios y revistas todavía frescas, como en las películas de suspenso, como los grandes villanos:

Te espero en la plaza de siempre… te necesito
No me falles… Sofía

      El camino hacia la plaza ahuyentó algunos miedos, aunque siempre estaba preso de una inseguridad latente, poderosa debido a la compleja y cambiante idiosincrasia de Sofía. En mi mp3 sonaban algunas canciones de los Doors que comencé a cantar a viva voz, en un inglés de escasos recursos y mediocre pronunciación, como si ninguna de las personas que habitaban las viviendas y los departamentos se hallara durmiendo realmente para al otro día volver a sus trabajos. ¿Dormirían? ¿Cuántos estarían desvelados? ¿Qué índice de infidelidades se perpetraban en ese preciso instante? Los efectos de la marihuana comenzaban a disiparse lentamente, un grupo de prostitutas que ejercían su noble labor en una esquina me ofrecían con movimientos sensuales y por poco dinero sus servicios.
      -¡¡Mañana, chicas!! –Les respondí desde la otra vereda. A partir de ahí comencé a apurar el paso para no hacer esperar de más a mi amiga, cantar se convirtió en una operación tan difícil que debí abandonarla para poder respirar con normalidad, cosa que los vecinos agradecieron, al igual que el mismísimo Jim Morrison desde donde quiera que se encuentre. En medio de la plaza emergía una fuente pesimamente iluminada a la que uno podía acceder por cualquiera de los caminos diagonales que nacían de las esquinas de la misma. En el borde, sentada con una pierna colgando y la otra flexionada se ubicaba su agridulce figura, zapatillas de lona con varias calles caminadas, jeans siempre bien ajustados y una remera de Pink Floyd, esa con la tapa de Dark Side of the Moon. Su pelo caía por su espalda como una catarata que moría en su diminuta cintura. Me recibió con un abrazo de agradecimiento, (al menos eso interpreté) aunque sin decir palabra. Mis ojos recorrieron en pocos segundos su cuerpo, cada curva, cada declive, creo que hasta me permití desnudarla lentamente con la mente y protagonizar una película porno más desmedida y vulgar que lo habitual, todo en los escasos segundos en que permanecimos como siameses. Ambos nos sentamos en el mismo lugar en que se hallaba ella antes de mi llegada. Acercándome el paquete me convidó un cigarrillo negro que acepté casi sin pensarlo, aunque no eran realmente de mi agrado, tan solo lo hice por cortesía, por no despreciar su convide. No podía dejar de fantasear con ella una y otra vez mientras el silencio se extendía más de lo debido. Entre pitada y pitada llegué a la conclusión que debería ser una verdadera hembra insaciable en la cama, de esas que se mueven tan rápido como pueden, que demandan sexo duro con alaridos, con los mismos que gritan obscenidades y cosas completamente bizarras que uno sin dudarlo lleva a cabo, que piden que le azoten las nalgas mientras aúlla como una loba, que gime que le gusta así y tal vez que le unten cosas para consumirlas directo de su cuerpo. Ahora que lo pienso el sexo es algo demasiado bizarro. Placentero pero bizarro. Empecé a avergonzarme.
      No sé cuanto tiempo pasó. Ella seguía sin hablar, acercó su cabeza hacia mi hombro, rodee su cintura con mi brazo mientras ella fumaba tranquila su cigarrillo. Mi mano recorría su cadera en todas las direcciones como me era físicamente posible (actividad de la que siempre disfruto) y mi mente comenzaba a aclararse ¿Para qué me habrá citado allí a esa hora? ¿Por qué ahora estaba tan callada? ¿Sería una psicópata? ¿Por qué vivía con un chino?
      -Se lo que estás pensando… -Sofía sonaba otra vez con ese tono entre dulce-aniñado y resignado pero profético, aunque su mirada irradiaba dulzura y una falsa inocencia.
      -¿Ah sí?
      -Sí, tenés más interrogantes que otra cosa… hay mucho que no entendés, aunque hay mucho que no conoces.
      -Sos buena eh. Deberías estudiar psicología cuando termines la escuela, te harías millonaria.
      Su ironía matutina me había dejado la sangre en el ojo y necesitaba ajusticiar mi autoestima aunque esto, definitivamente, me costara el amor de Sofía.     
      Sofía tomo un poco de distancia física para poder mirarme fijo a los ojos, siempre los de ella tan indescriptiblemente seductores. Mi respiración se agitaba, estaba arrepintiéndome de lo que dije, me reproché esas palabras todo el tiempo que duró el nuevo silencio. Una suave brisa jugaba con su pelo, lo hacía bailar en su rostro, quedaba ahí, danzando en el viento, lo cual conseguía hacerla mucho más linda, mientras yo sucumbía sin saber con exactitud que decir ni que hacer, la situación me superaba notoriamente.
      Ella colocó su mano derecha en mi hombro, con la izquierda acariciaba mi codo, su remera, un tanto pequeña para ella, cosa que era adrede, también se movilizaba por acción del aire en movimiento, dejando intermitentemente al descubierto su ombligo.
      -Hay días en los que uno necesita escuchar y otros en los que necesita ser escuchado, hoy necesito que me escuches.
      -Perdoname por lo de recién, pero ¿Por qué me trataste así esta mañana? No te entiendo.
      -Es una especie de mecanismo de defensa, estoy demasiado acostumbrada a que me defrauden. Tus opciones son dos: acostúmbrate a eso o dejame sola. Pero si te cite es para que hablemos, no es necesario que te machaques el cerebro a preguntas, por inevitable que sea. Dejame responderte sin que preguntes.
      -Es que es inevitable, cada vez que estoy con vos tengo la sensación que hay algo que me estoy perdiendo para entenderte. En tu casa todo estuvo muy bien, fuiste muy amable conmigo. Salvo…
      -¿Salvo?
      -Jazmín…
      -¿Qué pasa con Jazmín?
      -Nada…
      -¡¡No mientas!! te pusiste celoso, se te notaba. Todo por una fantasía… pendejo, hay que tener la mente abierta en la vida.
      -Sí, pero…
      -¿Pero qué? Open mind nene…
      Estuvimos callados durante un tiempo indefinible, Sofía cruzo los brazos, ubicó sus manos debajo de sus codos y comenzó a frotarlos para suavizar el frio que comenzaba a hacerse presente, mientras mecía su cuerpo de adelante hacia atrás y viceversa para apaciguar la baja temperatura. Ofrecí un abrigo, un buzo de esos de lana de llama, que aceptó sin dejar de mirar la lejanía, algún perro que se dormía debajo de una planta o las ratas trepando las palmeras. Prendió un nuevo cigarrillo, el decimo quinto del día, me comentó; un nuevo convide de tabaco aceptado, una vez más generando preguntas que estallaban en mi mente ¿Qué quería? ¿Qué era lo que esperaba de mí? ¿Me estaba usando? ¿Era una mentirosa que solo quiere llamar la atención para hacerse ver?
      -Vine porque te necesito, yo sé que pasaron muchos días sin verte. Últimamente sos lo que me mantiene viva, entera, de pie, a veces necesito la distancia para cuidarte, porque sé que te puedo lastimar, por eso, si me ves más fría que de costumbre déjame, deja que mi locura fluya, porque soy una loca, una loca peligrosa. Pero también sabe que te quiero y que necesito tu persona para estar completa.
      Le acaricié la cara, acomodé su pelo detrás de la oreja, mi abrigo le quedaba bastante grande, sus manos no salían por las mangas, apenas la punta de los dedos se dejaban ver, lo cual daba una imagen cercana a la ternura, sus mejillas estaban coloradas y sus ojos negros, desamparados, buscaban amor. En medio de tanta soledad, de tanta locura en un mundo, que tal como ella lo había dicho, tan lleno de gente solo para agigantar la sensación de angustia y desolación personal, se puso a murmurar un riff en mi menor que me sonaba familiar, sumamente familiar.
      -Chicos ¿no tienen un cigarrillo para convidarme? –dijo un tipo flaco que se apareció de la nada con un dejo de barba en el rostro, los jeans gastados al igual que sus zapatillas, una botella de ron en la mano y un morral con un parche de la lengua de los Stones. Sofía permaneció obnubilada mirándolo; al decir verdad yo también, pero por muy diferentes motivos, ese era un rostro que no era la primera vez que veía, si hay algo que no olvido son las caras.
     -¿Y vos quien sos? ¿De dónde saliste? –Mis preguntas eran acusaciones y una invitación a retirarse por donde había venido.
     -Disculpa mis modales, mi nombre es Igor, un gusto conocerlos. Sobre todo a vos princesa. –Se presentó y redoblo la apuesta. Si este tipo con nombre que me recordaba al mayordomo del Conde Patula quería caerme mal, lo estaba logrando. Instantáneamente mi amiga solo tenía ojos para él y su arrogancia disfrazada de buena educación.
      -No quisiera ser grosero, pero debido a tu sentido de la oportunidad, debo decirte que estamos en medio de una conversación. 
      -Podemos seguirla en casa. Yo invito unos tragos.
      Perfecto, lo único que faltaba era que ese monigote plagado de amabilidad salido de las sombras viniera a interponerse, como si las cosas no fuesen lo suficientemente difíciles por si solas.
      -¿Venís? –dijo Sofía con su habitual facilidad para conocer extraños mientras se incorporaba como para comenzar a caminar.
      -No, deja, diviértanse.
      -Ok, chau nene.
      Ella me concluyó su saludo con un beso en la mejilla e inició el recorrido, el intentó saludarme, por momentos creo que con genuina cordialidad, aunque yo obvie su saludo con una mirada fulminante, de un odio acerrimo. Tengo un poco de amor propio y aceptar eso hubiese sido aceptar el consuelo del vencedor sobre el vencido, entregar mi orgullo a cambio de nada, orgullo que en el fondo se hacía añicos mientras los miraba irse sabiendo que nada bueno podía salir de esto.

PROXIMAMENTE EN Ediciones Relax.


jueves, 8 de septiembre de 2016

Declaración

El dolor de cabeza me supera. ¿Qué olor es ese? El aire que se respira es de una impureza llamativa. ¿Estoy respirando? Veamos… Inhalo. Exhalo. Si, las vías respiratorias funcionan, todavía. No tan bien como yo quisiera, pero mientras el aire entre y salga voy a vivir.
La contracción abdominal me supera. ¿De dónde salió tanta agua? ¡¡Por Dios!! ¡¡Vómito por los tobillos!! Descubro de donde viene y qué es ese olor. Una mezcla precaria de orina, saliva, sudor, vómito… ¿excremento? Hemos perdido el respeto por la dignidad. La culpa no es del chancho, pero esto fue culpa nuestra.
Para llegar al baño debo realizar una destreza memorable, gambeteando cuanto cadáver flotando en esa mezcla precaria hay. No están muertos (espero) pero aparentan estarlo. Disimulan muy bien ¿Así estaría yo antes de despertarme?
-Cuando un oso te quiere atacar hay que simular estar muerto.
Lole siempre da esa clase de consejos, ella fue niña exploradora, y con honores. ¿Habrá algún oso cerca pues? La paranoia me invade. Soy el único que finge estar vivo. El único descolgado. Merezco que el oso me coma. El temor me supera. Me tiro al suelo y me hago el muertito por unos minutos; y viendo y considerando que el oso no viene, me levanto y aquí no ha pasado nada.
Está Braian tirado en el sillón, desmayado, abrazado a su botella de ron. Debajo del sillón Ángela yace desnuda con toda su cabellera bañada en orina, y en su hombro derecho costras de vómito seco. En su panza está apoyada la cabeza de la Camarera, quien de no ser por su tanga también estaría desnuda. ¿Me habré perdido esa escena lésbica? No lo recuerdo (¡¡maldición, no lo recuerdo!!). Espero que alguien se haya rescatado y las haya filmado. Sobre los glúteos, hermosos por cierto, de la Camarera hay medio cuerpo del Adicto, con sangre en su nariz, un  faso apagado en su boca, y la boleta de la quiniela en su mano. El tipo abrazó una fortuna, pero todavía no lo sabe.
Todavía no comprendo, pero todo indica que anoche aquí hubo una gran fiesta gran. Lo más probable es que hasta haya participado de ella. El televisor está encendido en el canal porno. Si, se confirma. Aquí hubo fiesta y yo participé de ella. La rubia se la banca de a dos. Aburrida, ya la vi. Termina igual que todas.
-¿Llamamos a los chicos?
-Dale.
Así había comenzado todo. Jugaba el Canalla y nos queríamos juntar a verlo. Que poca capacidad de control. Espero que las cámaras de seguridad hayan grabado algo, porque no recuerdo nada. ¿El de la idea? Braian Bauer, por supuesto.
-Una fiesta sin minitas no es una fiesta – el Burgués degenerado tentó a las fieras, y aunque hay que aceptar que su aforismo es cierto, a partir de allí mi memoria quedó en blanco.
En el pasillo del baño, contra la pared, Lole en ropa interior, con el corpiño todo roto, dejando escapar su teta izquierda, la más linda por cierto, la derecha no tiene la simetría adecuada para ser catalogada como linda. ¿Había mosquitos anoche? Sus brazos estaban todo picados. Y el Burgués, un par de metros por delante rodeado de un cementerio de tarjetas, tenía en su mano la otra parte del corpiño de Lole. ¡¡Cabrón!!
Llego al baño. Me veo en el espejo. También estoy desnudo y con el forro puesto. El de Pelo Largo quiere hacer un milagro, curar su dolor de cabeza, pero está muy ebrio y el Creativo no lo escucha.
-Ayúdame, porque he pecado.
-¿Tenés una aspirina?
El de Chiva siempre tiene aspirinas. Solo hay que poner un gancho por acá y otro por acá.

Pero cuando el pecado es muy grande, los milagros no existen.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Reglas del Fútbol Callejero

- El Gordo al arco.
- Si no hay gordo se arregla con un gol cada uno, pero termina atajando varios goles el más boludo.
- Si hay penal en contra sale el gordo del arco y va uno bueno.
- El partido termina cuando están todos cansados.
- No importa que un equipo vaya ganando 20 a 0, siempre ¨el que hace el gol gana¨.
- No hay árbitro.
- Si no hay sangre no es full.
- Nadie simula, el que se tira es puto.
- No hay posición adelantada.
- Los dos mejores no pueden jugar para el mismo equipo.
- El que tira a ¨fulminar¨la va a buscar.
- Si el gol es polémico se decide patear un penal.
- No hay travesaño, y este depende de la altura del arquero.
- Siempre hay uno al que la madre llama a comer.
- Hay que estar atento a los autos.
- Se juega por la coca que nadie paga.
- Está el que putea porque ¨todos suben y nadie baja¨.
- Hay debates porque el arco rival es más chico que el arco propio.
- Los arcos se arman con buzos.
El tamaño del área del arquero es directamente proporcional a su propia imaginación.
- Está el arquero que sale gambeteando y termina siendo puteado.
- Al morfón no se la pasen.
- Si el dueño de la pelota se enoja se termina el partido.
- No vale gol de atrás de mitad de cancha.
- Al que la pisa y le pegan que se joda por pisarla.
- Los palos de luz, árboles, monumentos, paredones, etc, habilitan.
- No se suspende por lluvia.
- Si el que juega bien llega tarde sale el más boludo.
- Si el que juega mal llega tarde no entra porque ¨ya estamos todos¨.
- Los goles se gritan como en la final del mundo.

lunes, 22 de agosto de 2016

Silencio Estampado


¿Te agota jugar a ser un ser social?
Charlas con Ouspensky que te hacen pensar
jugando y mintiendo
un silencio estampado
la corazonada esta vez te falló

Perdiste tu tiempo con ansias de Rock Star
y tu parloteo empezó a titubear
truquitos siniestros con rostros amables
blanquean la musa de tu inspiración.

(Donde comen dos nunca comen tres)

¿Por qué se te ha dado cambiar de opinión?
Estando callado siempre fue mejor.
Estás mesurado y durmiendo muy poco
y nada de lo que tocás abrazás.

(¿Ahora sos vos el mismo de ayer?)

Con tus cachivaches a veces cansás
sendero seguro a un panik atack
¿soy yo en tu cuerpo o vos en mi mente?
El susto del sueño nunca se curó.

(Si el gato no está no baila el ratón)

Vendiste tu alma al Diablo otra vez
y ya no sabés que deseo pedir.

Levántate y anda le dijo
¿Y anduvo?
¿O la eternidad es un chiste de Dios?


(Soy el que no ve lo que quiere ver)

martes, 16 de agosto de 2016

Bio Vicky - Demo

Nos llegó a nuestras manos un manuscrito que se trataría de la biografía de Victoria Vidal, más conocida como Vicky, la celebridad fanzinera. Se presume que el libro estará finalizado para el mes de diciembre. Sin título.



Defensa Civil aconseja no salir a la calle de no ser necesario. Hay mucho viento, sudestada con lluvia y altas probabilidades de granizo. El mar creció como pocas veces en los últimos años, y quienes viven en los edificios frente a la costa comienzan a sentir algo de miedo.
Por la avenida ya se ven algunos carteles comerciales volar como si fuesen rollos de paja, también varios paraguas, ropas que no soportaron la potencia del viento en sus cordeles. El ambiente es una enorme masa de tierra mojada que vuela, moja, el cielo hace ruidos como anunciando una erupción volcánica, los rayos caen cada vez más seguidos, cada vez más cerca de la civilización, algunos, inclusive, ya han tirado algunos árboles en el parque haciendo que se generen pequeños focos de incendio que por suerte la misma lluvia logra apagar antes que el viento los disperse.
En algunos sectores ya se cortó la luz hace rato, y los barrios más humildes (y los no tanto) comienzan a percibir que el agua gana terreno por sobre las calles, supera el borde del cordón e ingresa en las casas, algunos autos son arrastrados por el improvisado rio urbano que se formó en el pavimento. El trasporte público está suspendido y saturada la línea telefónica de la policía. Los árboles más jóvenes no soportan la fuerza y furia del viento y caen vencidos.
El granizo anunciado llega y no tarda en romper varios parabrisas y producir importantes abollones en los vehículos, y tampoco tiene piedad contra los jardines floridos, o las persianas de plástico, a las que rompe con facilidad. Algunos techos de chapa tampoco son rivales para las pesadas e inéditas bolas de hielo que caen del cielo. Un nuevo rayo golpea un árbol en el parque, y esta vez el fuego es más poderoso y la lluvia no puede hacer nada.
El rio crece. Mucha gente debe evacuar como puede y con lo puesto, dejando atrás elementos de baja cotización pero de un enorme e irremplazable valor emocional y sentimental, la cadenita de plata regalada por la abuela para el cumpleaños de quince, un anillo de oro peruano obsequio del primer novio de la adolescencia, las primeras cartas a Papá Noel de los hijos, álbumes de fotos, cartas, un “reset” repentino dejó a muchos sin recuerdos pero con vida.
En ese contexto Victoria caminaba con dirección al mar. Su mirada perdida, los brazos cruzados y la boca entre abierta. Se mezclaban sus lágrimas con las gotas de lluvia, los granizos golpeaban sus hombros pero a ella parecía no interesarle.
En su mente solo hay lugar para la discusión que acababa de tener con Fernando, y como ocurría cada vez que discutían, ella se escapaba envuelta en lágrimas a caminar sin rumbos fijos, sin un destino aparente, vestida como la discusión la encontrase. La última vez, hacía apenas dos semanas, la pelea fue durante la noche, cuando ella salía de bañarse al regresar de sus clases de gimnasia localizada, y cargada de bronca y frustración no vaciló en huir a la calle vestida con ropa interior y una toalla en su cabeza.
Aquella vez la frase que la sacó de quicio fue un irónico “¿pensás vivir haciendo esas fotocopias de mierda?”, las palabras de su pareja bloquearon a Victoria de todo tipo de respuesta, porque si bien estaba claro que nadie vive de la venta de fotocopias artísticas, esa expresión abarcaba mucho más, y Fernando lo sabía, ese enunciado fue un golpe bajo. Las fotocopias representan en Vicky la amistad, historias, son sus recuerdos, sus anhelos, sus sueños y su creatividad, hacer fotocopias era su cable a tierra.
Era de noche y la chica no supo qué hacer más que escapar de allí, sin ponerse a pensar en su aspecto, ni mucho menos en el frío. Muchas personas la vieron deambular por las calles semi desnuda, algunos se burlaron, otros le gritaron vulgaridades y obscenidades, los menos se atrevieron a tomarle fotografías desde sus teléfonos celulares, y muy pocos se dieron cuenta que esa mujer esta perturbada por algo, traumada, quizás acababa de ser víctima de algún furioso hecho de violencia, y ensayaron un simple “¿estás bien?”, pregunta a la que Victoria no se molestó en responder, continuando con su firme marcha a ningún lado.
Pasaron un par de horas para que regresara a su casa y se acostara en la cama junto a Fernando, como si nada hubiese sucedido. Él no le preguntó dónde había estado, nunca le hacía preguntas luego de una discusión, ni siquiera al día siguiente.
Ahora el motivo de la pelea era difuso, no existió una frase clara que la enfureciera, ni una situación en particular, llegó sorpresivamente la tormenta y cuando ella reaccionó ya estaba frente al mar, con el agua por los tobillos, con frío, hambre, confundida y consciente del peligro al que se estaba exponiendo, el cielo no mermaba con sus rayos, el granizo era cada vez más grande y el viento no pensaba dar tregua alguna por el momento.
Recordó el momento en que se conocieron, un verano en San Pablo, en un museo. Ella miraba con cierto desagrado un cuadro cotizado en un millón de dólares.
-Una exageración del expresionismo – dijo sutilmente a un hombre que se posaba a su lado en ese momento. El hombre, gratamente sorprendido por el giro de la inteligente reflexión de la joven, permaneció con ella observando la obra.
Fernando, le explicó que esa suculenta suma se debía a que la vida del artista había sido traumática, y que además estaba de moda en la televisión.
-Su vida es un show – le expresó Fernando – El show vende.
Hablaron durante un rato sobre el precio de la obra, ambos coincidieron en que nadie en su sano juicio pagaría esa suma, pero Victoria sabía que muchas veces el precio de una obra es parte de la obra en sí misma.
-A veces se transgrede desde el precio – explicó ella – Es una forma válida de transgredir.
Cuando hablaba con sus amigas no sabía manifestar qué cosas fueron las que la enamoraron. Se decía a sí misma que ese hombre parecía seguro de sí mismo, que tenía un buen pasar económico, aunque eso no era algo novedoso en ella, que era una chica proveniente de una familia de recursos elevados. Recuerda que lo primero que le llamó la atención fueron los altos conocimientos en historia del arte que él poseía. Luego pudo verse en sus recuerdos riendo a su lado mientras bebían algo en un bar, algo extraño, se lamentó ella, que no es de fácil reír, le divertía la forma seria en la que él comentaba extravagantes anécdotas y cosas graciosas sin siquiera inmutarse, ni una mueca en su rostro que denotara alegría, en cambio ella reía a carcajadas, quizás, pensó, por la influencia de los tragos que iba incrementándose.
Lo que Victoria no podía nunca recordar con claridad era la primera noche en que sus cuerpos interactuaron en el hotel donde él paraba. Ella siempre le preguntaba porque seguramente había hecho algún papelón, pero él solo sonreía con picardía, hasta que la chica se puso firme y le exigió saber cómo había sido aquel primer encuentro.
-No pasó nada – se lamentó Fernando – Estabas tan borracha que te dormiste enseguida.
Vicky se enfureció, pues él le había dicho por la mañana que sí habían intimado, y quizás por ese simple acontecimiento es que ella comenzó una relación con él.
-Eso te pasó por no comer nada – se exculpó Fernando – Te dije varias veces de comer algo en algún restorán pero vos insistías con que estabas de dieta, y solamente tomabas tragos dulces…
Durante esas vacaciones ya no se separaron. Él según le dijo estaba solo, en un viaje para encontrarse a sí mismo, lejos de todo y todos. Ella en cambio estaba con sus padres, en un viaje al que tuvo que asistir casi obligada, y para demostrarles su malestar se iba sola a las playas, bares, centros comerciales y museos. Regresaron al país separados, cada uno por su lado, pero no tardaron en contactarse y verse, para cuando el verano estaba finalizando ella estaba embarazada. Lejos de cualquier mal gesto, Fernando emocionado le pidió que se casara con él, ella aceptó.
Ahora el viento golpea en su cara y la obliga a cerrar sus ojos. Piensa en dirigirse a la casa de alguna amiga, pero no tenía en claro los motivos de la pelea con su marido, ¿qué le diría a su amiga cuando ella le preguntara?, quizás era momento de reconocer que las cosas no marchaban bien, pero su orgullo se lo impedía. Su estómago gruñó y sintió un deseo gigante de comer algo. Mientras se volvía sobre sus pasos para regresar a su hogar trató de pensar cuando había sido la última vez que había comido algo, y lanzando una carcajada al aire no pudo recordarlo. Su mirada se encendió, sus pupilas comenzaron a brillar, pero aun así su mirada estaba distante, lejana a este mundo, perdida. Su boca mostraba una sonrisa.

Llegó a su casa. Pudo oír como desde la habitación el sonido del televisor encendido mostraba un partido de básquet de la NBA al que ella no hizo caso. Caminó hasta el lujoso bar que se hizo armar especialmente en madera, contra una de las esquinas del living, con luces de colores que lo iluminaban. Retiró de allí su botella favorita, un vaso trago largo, todavía continuaba mojada por la tormenta y no sentía la necesidad de secarse ni de cambiarse de ropas.  En el sillón de dos cuerpos había tirado un libro de poesía francesa y su reproductor de música con auriculares de colección, una edición limitada que se compró en New York en su último viaje. Cargó su música preferida, el blues, y bebió hasta quedarse dormida.

lunes, 18 de julio de 2016

Escribir

Escribir para resolver misterios vinculados al cosmos y otros planetas, para refugiarnos de las crueles barras del destino, para complacer (una vez más) a la soledad y sus aliados. Escribir para escaparle al tormentoso pasado dejando registros equívocos, para esperar por el incrédulo futuro que se sabe peor, escribir porque en el presente no hay nada mejor.
Escribir para tratar de encontrarle, luego de una absurda y testaruda búsqueda, un consuelo a esa tristeza, a ese mal recuerdo, escribir para sanar los traumas y gambetear a los tan necesarios psicofármacos. Escribir para concretar nuestras fantasías, para conquistar aquel corazón inalcanzable para los mortales, escribir (como los Griegos) para alcanzar la inmortalidad, para llenar de dudas al mundo, para reírse de las certezas y sus derivados, para burlarnos de la razón en su más amplio sentido.
Escribir para poder cantar, dibujar y crear.
Escribir para darle batalla al insomnio, para demostrarle a la ansiedad quién es el que manda, para dejar en ridículo a los psicólogos, escribir, ¡carajo!, para decirle a Dios que acá estamos, haciendo proezas truncas tratando de solucionar sus defectos y sus perfectas  imperfecciones de creador improvisado, escribir para demostrarle que es un holgazán.
Escribir para legalizar la infidelidad y otras hierbas.
Escribir para escapar de la burocracia, la política y la economía, para eludir a las religiones y acercarnos a la fe, para que el vino sea más efectivo y las alucinaciones no sean lejanas y desconocidas.
Escribir para bajar la fiebre y hacer del delirio algo crónico.

Escribir para conquistar el alma de una hermosa damisela virgen que silenciosa espera ser abrazada por sorpresa por el verdadero y eterno amor, o como dirían en el barrio, escribir, simplemente, para levantarse una minita.

lunes, 4 de julio de 2016

La época del Salmón

Algunos nombres se olvidan.
Algunos hombres se olvidan.
Lo que no se olvida es el arte.
Cada tanto regresan súbitamente imágenes de algo que vimos, escuchamos, leímos, algo que nos hizo sentir caos, bienestar, algo que eriza nuestra piel, una nota aguda que vibra, un solo de guitarra, un dibujo. Viene la obra a nuestra mente sin mayores pretensiones que esa. No sabemos por qué, pero vuelve, sin avisar, quizás para recordarnos que la belleza existe.
No recuerdo el nombre del chico que dibujaba bien en el colegio secundario. Recuerdo que era muy bajo de estatura, y que su cuerpo estaba bien formado, como si con músculos intentara contrarrestar su falta de estatura. Este chico usaba barba candado de algunos días, tenía la voz ronca, afirmaba ser un gran boxeador callejero y se jactaba también de ser un conquistador de mujeres serial, pero todos sabíamos que eso era mentira, y que guardaba en su interior una inmerecida tristeza, digna de los seres con talento.
No recuerdo su nombre, pero recuerdo su obra. Sus flores en lápiz eran insuperables. Manejaba muy bien los contrastes de luces y sombras. Dibujaba retratos como si se tratara de una foto, dibujos que obsequiaba a todas las chicas bonitas del colegio esperanzado en conseguir un “algo” de ellas,  un “algo” que nunca llegaba (nacido para el “te quiero como amigo”) inclusive incursionaba en el arte de los dragones y doncellas siempre con el mismo talento. Era el encargado oficial de hacer los logos de los grupos musicales de la escuela, la mayoría de ellos punk.
El chico que dibujaba bien era un jalador de nafta empedernido (nunca me lo confesó pero era un rumor muy fuerte, pero no me sorprendería que se tratara de un rumor que él mismo se encargara de difundir) y además consumía pastillas para dormir y bajar la ansiedad, también una historieta digna de los seres con taleno.
A veces, en los recreos, hablábamos de música, si bien él era mayor en edad había repetido un par de años y cursaba en un año menor al mío. Me dijo, “en mi casa solo se escucha a Calamaro”, era la época del Salmón, y todo ese ambiente turbio, sonámbulo y farmacéutico. La frase no pasó a mayores, Andrés estaba de moda y todo el mundo lo escuchaba.
Hoy la obra del chico que dibujaba bien volvió a mí sin dar explicaciones. De repente sus dibujos se aparecieron en mi retina, y fue imposible no escuchar las canciones más tóxicas del Salmón. Pienso que uno a la larga termina convirtiendo en sus influencias, buenas o malas. Recuerdo hoy, más de 15 años después, esa frase, “solo se escucha a Calamaro”, entiendo, ahora, muchas cosas, como por ejemplo que el talento, a veces, se crea. Quizás los dibujos de este chico regresaron para que yo volviera a escuchar esa música.
Suena el disco Pura Sangre y pondero entonces la grandeza de Andrés, grandeza que había olvidado y que me prometo solemnemente no volver a olvidar. Ahora sé que él es un poeta maldito.
Celebro también recordar la obra del chico que dibujaba bien, porque es un claro, digno y vivo ejemplo de la inmortalidad en el arte.

Aunque sigo sin recordar su nombre.

viernes, 1 de julio de 2016

La Mirada Vacía

Conozco las miradas vacías 
porque crecí rodeado de locos
y soñadores lo suficiente como para
reconocerlas
sé que detrás de una mirada vacía
existe un alma llena de proyectos
ambiciones
sueños y deseos
que detrás de esas pupilas inexpresivas
solo hay dolor
frustración
y una pérdida total y absoluta
del tiempo y del espacio
pero los locos
(más a la larga que a la corta)
siempre tienen razón
y los soñadores son seres necios
que siempre seguirán soñando
aunque tengan a la historia
y al destino en su contra
una mirada perdida dignifica el alma
las lágrimas son los restos de un cuerpo
exprimido por la euforia
el último refugio de los grandes
la proeza del poeta
la gambeta del Diez
la caída artesanal del castillo de naipes
el despertar de un sueño
lo efímero tiene forma de victoria
y de las derrotas surgen los héroes
detrás de una mirada vacía y perdida
hay sagrada humanidad
que el tiempo se encargará de convertir
en leyenda.

(Dedicado a Lionel Messi)

viernes, 24 de junio de 2016

Inercia


Veámoslo de esta forma. Todo lo que está a tu alrededor muere. Tus deseos incluidos en la bolsa mueren, tus anhelos, tus aspiraciones, tus sueños, inclusive tus pecados más perversos se ven deteriorados hasta la nada misma, tus más antiguas maldades dejan de existir. No queda nada, salvo tu mente, en blanco, temerosa, quieta, inerte, ajena a todo tipo de conflicto residual, muda frente a ese final tan anunciado.
¿Qué harías al no tener respuestas?
¿Qué harías al no tener dudas?
¿Qué queda cuando ya no queda nada?
¿Insistimos por el mismo camino, tercos, convencidos y firmes, o cambiamos de plan y nos convertimos en todo aquello que alguna vez criticamos, y hasta llegamos a odiar?
¿Cómo darnos cuanta si avanzamos por instinto o inercia?
¿Qué hacer cuando el rival se te viene encima con furia, te acecha, te roba seguridad, te maltrata psicológicamente, y salir jugando ya no es una opción viable?
¿A dónde ir cuando huir ya no tiene sentido?
¿En qué momento es válido entregarse?
Solemos decir que hay que morir con las botas puestas, pero… ¿Cuántas veces viste a la muerte a los ojos y la desafiaste ajustándote los cordones?
¿Podemos presumir de nuestro espíritu anárquico?
¿Cuántas veces ofertaron por tu alma?

El mejor Postor aún no llega. 

lunes, 20 de junio de 2016

Los Clandestinos de Siempre - Capítulo I

“Nos quisimos tanto,
que nos herimos tanto”

Pato Duhalde.


Tengo insomnio.
Siempre tengo insomnio.
Uno aprende a convivir con este problemita de no poder dormir. A veces uno no sabe si se está por enfermar o simplemente tiene sueño, otras no sabe si se padece una anemia gigante, falta de vitaminas o solo le hace falta descansar. Lo mismo ocurre con los ataques de ansiedad y pánico, uno ya puede verlos venir, siente los primeros síntomas y sabe que no zafará del mal trance. El pánico es como un orgasmo, se siente, se anuncia, se espera, es inevitable impedirlo. Con el tiempo uno aprende que no se morirá, y eso, en cierta forma, alivia un poco el sufrimiento. Las primeras veces, en pleno clímax, en el punto máximo del ataque llegué a tener la lucidez de imaginar mi funeral, lloré por mi madre y pensé en mi papá. “Hasta acá llegué”, pensé en ese momento de extrema tristeza, creyendo estar sufriendo un infarto. Traté de ver quiénes serían los que concurrirían a mi velorio, allí no había demasiada gente, eso me alteró aún más. Traidores del orto. Si muero solo quiero una cosa, que Ángela esté allí, solo necesito sus lágrimas para irme de este mundo en paz. Pero en mi visión ella no estaba, y suponiendo que esté, una posibilidad es que no llore por mí.
El doctor luego de varios zamarreos pudo hacerme regresar. Yo le decía que no podía respirar, que no ingresaba oxígeno en mis pulmones. Me hizo entender que en un ataque de ese tipo los “no sé qué” se dilatan y que ingresa más oxigeno que nunca. Fin del cuento. Me calmé. Desde entonces el pánico está, pero ya sin escenas de muerte. Para todo lo demás existe la Sertralina y el Clonazepam.
Uno convive con todo eso. Hasta se le termina tomando cariño. Si no hay síntomas por algunos días hasta se los extraña. Así cuando se siente una fuerte puntada en la cabeza es imposible saber si es un principio de ACV o simplemente el pánico. Lo mismo ocurre con el dolor en el pecho, ¿infarto o pánico?, ¿gripe o pánico?, ¿neumonía o pánico?, ¿cáncer o pánico? Siempre pienso que a lo mejor algún día sufriré un infarto verdadero, pero que acostumbrado a los presiones en el pecho diría “ya se va a pasar”, y la historieta terminará conmigo reprochándole a Dios por mi absurda muerte.
-Usted no tiene códigos – le diría yo.
Él solo se encogerá de hombros, y reflexivo de su error me permitirá bajar al infierno los fines de semana.
De esta forma paso mis días. Delirando sin escrúpulos. Sin vergüenza. Con pasión y creatividad excesiva. Con fiebre. Sobre todo fiebre.
Ángela no se asusta de todo eso, y quizás sea eso lo que me atrae de ella. A su lado puedo ser yo mismo sin necesidad de actuar, fingir o mentir. Me quiere y me odia por lo que soy. Frente a ella puedo decir frases como “soy un vampiro”, “estoy poseído”, “sueño con el Diablo”, y aun así ella permanecerá a mi lado, cuando otra mujer, en condiciones iguales, saldría corriendo y me bloquearía de todo tipo de contacto virtual y tecnológico, si es que no consigue la orden de un juez para impedirme que me le acerque.
Estos últimos días traté de contactarme con ella, pero sus padres no le permiten atender el teléfono, lo contestan ellos, y después de relajarme a merecidas puteadas me cuelgan. Estoy bloqueado en las redes sociales. Comienzo a escribirle un poema, pero ya le hice tantos que me repito a mí mismo y lo tiro a la basura, papelera de reciclaje en realidad. Lo mismo hago con la música, empiezo a maquetear lo que será el nuevo disco de los Educadores cuando alguien llama a mi puerta. Las opciones eran dos, o son esos que predican la palabra del Señor o es Dolores, la única que viene mi casa sin previo aviso, el resto de mis conocidos saben que deben anunciarse con tiempo y hasta pedir cita para verme.
Por suerte era Dolores, la última vez que atendí en unos Evangelistas me agarraron en un momento de fragilidad emocional, los dejé ingresar, les ofrecí café y casi logran convencerme que mi vida estaba llena de pecados y que debía redimirme, además la minita estaba linda, y me pregunté si ella habría sido tan o más pecadora que yo, y esa imagen me alegró el día, tal vez ella buscaba su perdón predicando la palabra de Dios puerta por puerta.
-El cielo es un lugar caro – pienso.
Dolores me dice que surgió la posibilidad de tocar en La Paz, en Bolivia, y que gracias a Braian íbamos a tocar en Bruselas, porque conocía a alguien que conocía a un productor que escuchó nuestros discos y nos quería llevar a tocar hasta allá. Lo daba como una certeza, algo confirmado. Yo no había vuelto a hablar con ella luego del show de San Luis, hacía unas tres semanas.
-¿No estás enojada? – le pregunto.
-¿Enojada? – hace una pausa – No boludo…
Apoya su mano sobre mi hombro y me dice que “somos dos cabrones, nada más”. Dolores es otra de las personas que no huye de mis trastornos, y eso me reconforta. Le pregunto si sabe algo de Ángela, me dice que está bien, pero que “ni por puta” va a poder venir a la gira, y que apenas termine con el tratamiento que le obligaron a hacer sus padres tiene muchas ganas de verme. Una parte de mi alma regresa a mi cuerpo, supongo que se me nota en la cara.
-Ay, la querés – se burla Dolores.
Le hago ver que sin Ángela no tengo un sostén psicológico ni físico, y que la prensa nos va a enloquecer. Me dice que ya pensó en todo, y que habló con Victoria y ella va a viajar con nosotros para hacer de “chivo expiatorio”, la prensa al verla se tiraría encima de ella y me dejaría tranquilo a mí.
-Vicky está con unos problemitas graves con su ex pareja – me cuenta – Así que no tiene problemas en viajar con nosotros, ya sabe que va como carne de cañón y está de acuerdo en ayudarnos. Ya consiguió quien cuide a Tadeo y todo.
Una parte de mí se sintió aliviado. Pero otra, la más oscura, sintió celos de Vicky, que me quite protagonismo en mi propia gira no era algo que me gustara demasiado.
Tuvimos que hacer una reunión con ella para aclarar algunas cosas. Yo iba directo a la yugular, quería que supiera que la estrella de este proyecto era yo, que no se confundiera, que si prefería quedarse quizás sea lo mejor; pero la noté bajoneada de verdad, sus ojos no brillaban como era su costumbre. Guardé silencio mientras ella me contaba los problemas que estaba teniendo. Había vuelto a beber y no estaba comiendo bien, además de las ya insoportables peleas con su ex novio.
-Voy porque me lo pidió Dolores – me aclara sin pelos en la lengua – Vos me parece que estás subido al poni mal, estás re creído.
Allí mi piedad finalizó y contra ataqué con la más pesada de las municiones.

“Dos que se quieren se dicen cualquier cosa”.