El
dolor de cabeza me supera. ¿Qué olor es ese? El aire que se respira es de una
impureza llamativa. ¿Estoy respirando? Veamos… Inhalo. Exhalo. Si, las vías
respiratorias funcionan, todavía. No tan bien como yo quisiera, pero mientras
el aire entre y salga voy a vivir.
La
contracción abdominal me supera. ¿De dónde salió tanta agua? ¡¡Por Dios!!
¡¡Vómito por los tobillos!! Descubro de donde viene y qué es ese olor. Una
mezcla precaria de orina, saliva, sudor, vómito… ¿excremento? Hemos perdido el
respeto por la dignidad. La culpa no es del chancho, pero esto fue culpa
nuestra.
Para llegar al
baño debo realizar una destreza memorable, gambeteando cuanto cadáver flotando
en esa mezcla precaria hay. No están muertos (espero) pero aparentan estarlo. Disimulan
muy bien ¿Así estaría yo antes de despertarme?
-Cuando un oso
te quiere atacar hay que simular estar muerto.
Lole siempre da
esa clase de consejos, ella fue niña exploradora, y con honores. ¿Habrá algún
oso cerca pues? La paranoia me invade. Soy el único que finge estar vivo. El
único descolgado. Merezco que el oso me coma. El temor me supera. Me tiro al
suelo y me hago el muertito por unos minutos; y viendo y considerando que el
oso no viene, me levanto y aquí no ha pasado nada.
Está Braian
tirado en el sillón, desmayado, abrazado a su botella de ron. Debajo del sillón
Ángela yace desnuda con toda su cabellera bañada en orina, y en su hombro
derecho costras de vómito seco. En su panza está apoyada la cabeza de la Camarera,
quien de no ser por su tanga también estaría desnuda. ¿Me habré perdido esa
escena lésbica? No lo recuerdo (¡¡maldición, no lo recuerdo!!). Espero que
alguien se haya rescatado y las haya filmado. Sobre los glúteos, hermosos por
cierto, de la Camarera hay medio cuerpo del Adicto, con sangre en su nariz,
un faso apagado en su boca, y la boleta
de la quiniela en su mano. El tipo abrazó una fortuna, pero todavía no lo sabe.
Todavía no
comprendo, pero todo indica que anoche aquí hubo una gran fiesta gran. Lo más
probable es que hasta haya participado de ella. El televisor está encendido en
el canal porno. Si, se confirma. Aquí hubo fiesta y yo participé de ella. La
rubia se la banca de a dos. Aburrida, ya la vi. Termina igual que todas.
-¿Llamamos a los
chicos?
-Dale.
Así había
comenzado todo. Jugaba el Canalla y nos queríamos juntar a verlo. Que poca
capacidad de control. Espero que las cámaras de seguridad hayan grabado algo,
porque no recuerdo nada. ¿El de la idea? Braian Bauer, por supuesto.
-Una fiesta sin
minitas no es una fiesta – el Burgués degenerado tentó a las fieras, y aunque
hay que aceptar que su aforismo es cierto, a partir de allí mi memoria quedó en
blanco.
En el pasillo
del baño, contra la pared, Lole en ropa interior, con el corpiño todo roto,
dejando escapar su teta izquierda, la más linda por cierto, la derecha no tiene
la simetría adecuada para ser catalogada como linda. ¿Había mosquitos anoche?
Sus brazos estaban todo picados. Y el Burgués, un par de metros por delante
rodeado de un cementerio de tarjetas, tenía en su mano la otra parte del
corpiño de Lole. ¡¡Cabrón!!
Llego al baño.
Me veo en el espejo. También estoy desnudo y con el forro puesto. El de Pelo
Largo quiere hacer un milagro, curar su dolor de cabeza, pero está muy ebrio y
el Creativo no lo escucha.
-Ayúdame, porque
he pecado.
-¿Tenés una
aspirina?
El de Chiva
siempre tiene aspirinas. Solo hay que poner un gancho por acá y otro por acá.
Pero cuando el
pecado es muy grande, los milagros no existen.
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