lunes, 20 de junio de 2016

Los Clandestinos de Siempre - Capítulo I

“Nos quisimos tanto,
que nos herimos tanto”

Pato Duhalde.


Tengo insomnio.
Siempre tengo insomnio.
Uno aprende a convivir con este problemita de no poder dormir. A veces uno no sabe si se está por enfermar o simplemente tiene sueño, otras no sabe si se padece una anemia gigante, falta de vitaminas o solo le hace falta descansar. Lo mismo ocurre con los ataques de ansiedad y pánico, uno ya puede verlos venir, siente los primeros síntomas y sabe que no zafará del mal trance. El pánico es como un orgasmo, se siente, se anuncia, se espera, es inevitable impedirlo. Con el tiempo uno aprende que no se morirá, y eso, en cierta forma, alivia un poco el sufrimiento. Las primeras veces, en pleno clímax, en el punto máximo del ataque llegué a tener la lucidez de imaginar mi funeral, lloré por mi madre y pensé en mi papá. “Hasta acá llegué”, pensé en ese momento de extrema tristeza, creyendo estar sufriendo un infarto. Traté de ver quiénes serían los que concurrirían a mi velorio, allí no había demasiada gente, eso me alteró aún más. Traidores del orto. Si muero solo quiero una cosa, que Ángela esté allí, solo necesito sus lágrimas para irme de este mundo en paz. Pero en mi visión ella no estaba, y suponiendo que esté, una posibilidad es que no llore por mí.
El doctor luego de varios zamarreos pudo hacerme regresar. Yo le decía que no podía respirar, que no ingresaba oxígeno en mis pulmones. Me hizo entender que en un ataque de ese tipo los “no sé qué” se dilatan y que ingresa más oxigeno que nunca. Fin del cuento. Me calmé. Desde entonces el pánico está, pero ya sin escenas de muerte. Para todo lo demás existe la Sertralina y el Clonazepam.
Uno convive con todo eso. Hasta se le termina tomando cariño. Si no hay síntomas por algunos días hasta se los extraña. Así cuando se siente una fuerte puntada en la cabeza es imposible saber si es un principio de ACV o simplemente el pánico. Lo mismo ocurre con el dolor en el pecho, ¿infarto o pánico?, ¿gripe o pánico?, ¿neumonía o pánico?, ¿cáncer o pánico? Siempre pienso que a lo mejor algún día sufriré un infarto verdadero, pero que acostumbrado a los presiones en el pecho diría “ya se va a pasar”, y la historieta terminará conmigo reprochándole a Dios por mi absurda muerte.
-Usted no tiene códigos – le diría yo.
Él solo se encogerá de hombros, y reflexivo de su error me permitirá bajar al infierno los fines de semana.
De esta forma paso mis días. Delirando sin escrúpulos. Sin vergüenza. Con pasión y creatividad excesiva. Con fiebre. Sobre todo fiebre.
Ángela no se asusta de todo eso, y quizás sea eso lo que me atrae de ella. A su lado puedo ser yo mismo sin necesidad de actuar, fingir o mentir. Me quiere y me odia por lo que soy. Frente a ella puedo decir frases como “soy un vampiro”, “estoy poseído”, “sueño con el Diablo”, y aun así ella permanecerá a mi lado, cuando otra mujer, en condiciones iguales, saldría corriendo y me bloquearía de todo tipo de contacto virtual y tecnológico, si es que no consigue la orden de un juez para impedirme que me le acerque.
Estos últimos días traté de contactarme con ella, pero sus padres no le permiten atender el teléfono, lo contestan ellos, y después de relajarme a merecidas puteadas me cuelgan. Estoy bloqueado en las redes sociales. Comienzo a escribirle un poema, pero ya le hice tantos que me repito a mí mismo y lo tiro a la basura, papelera de reciclaje en realidad. Lo mismo hago con la música, empiezo a maquetear lo que será el nuevo disco de los Educadores cuando alguien llama a mi puerta. Las opciones eran dos, o son esos que predican la palabra del Señor o es Dolores, la única que viene mi casa sin previo aviso, el resto de mis conocidos saben que deben anunciarse con tiempo y hasta pedir cita para verme.
Por suerte era Dolores, la última vez que atendí en unos Evangelistas me agarraron en un momento de fragilidad emocional, los dejé ingresar, les ofrecí café y casi logran convencerme que mi vida estaba llena de pecados y que debía redimirme, además la minita estaba linda, y me pregunté si ella habría sido tan o más pecadora que yo, y esa imagen me alegró el día, tal vez ella buscaba su perdón predicando la palabra de Dios puerta por puerta.
-El cielo es un lugar caro – pienso.
Dolores me dice que surgió la posibilidad de tocar en La Paz, en Bolivia, y que gracias a Braian íbamos a tocar en Bruselas, porque conocía a alguien que conocía a un productor que escuchó nuestros discos y nos quería llevar a tocar hasta allá. Lo daba como una certeza, algo confirmado. Yo no había vuelto a hablar con ella luego del show de San Luis, hacía unas tres semanas.
-¿No estás enojada? – le pregunto.
-¿Enojada? – hace una pausa – No boludo…
Apoya su mano sobre mi hombro y me dice que “somos dos cabrones, nada más”. Dolores es otra de las personas que no huye de mis trastornos, y eso me reconforta. Le pregunto si sabe algo de Ángela, me dice que está bien, pero que “ni por puta” va a poder venir a la gira, y que apenas termine con el tratamiento que le obligaron a hacer sus padres tiene muchas ganas de verme. Una parte de mi alma regresa a mi cuerpo, supongo que se me nota en la cara.
-Ay, la querés – se burla Dolores.
Le hago ver que sin Ángela no tengo un sostén psicológico ni físico, y que la prensa nos va a enloquecer. Me dice que ya pensó en todo, y que habló con Victoria y ella va a viajar con nosotros para hacer de “chivo expiatorio”, la prensa al verla se tiraría encima de ella y me dejaría tranquilo a mí.
-Vicky está con unos problemitas graves con su ex pareja – me cuenta – Así que no tiene problemas en viajar con nosotros, ya sabe que va como carne de cañón y está de acuerdo en ayudarnos. Ya consiguió quien cuide a Tadeo y todo.
Una parte de mí se sintió aliviado. Pero otra, la más oscura, sintió celos de Vicky, que me quite protagonismo en mi propia gira no era algo que me gustara demasiado.
Tuvimos que hacer una reunión con ella para aclarar algunas cosas. Yo iba directo a la yugular, quería que supiera que la estrella de este proyecto era yo, que no se confundiera, que si prefería quedarse quizás sea lo mejor; pero la noté bajoneada de verdad, sus ojos no brillaban como era su costumbre. Guardé silencio mientras ella me contaba los problemas que estaba teniendo. Había vuelto a beber y no estaba comiendo bien, además de las ya insoportables peleas con su ex novio.
-Voy porque me lo pidió Dolores – me aclara sin pelos en la lengua – Vos me parece que estás subido al poni mal, estás re creído.
Allí mi piedad finalizó y contra ataqué con la más pesada de las municiones.

“Dos que se quieren se dicen cualquier cosa”.

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