Segundos antes de la locura su novio pudo comunicarse con su
familia, quienes dieron aviso a la policía, quienes llegaron al lugar de los
acontecimientos antes que el suceso se convierta en la tragedia perfecta. Discusión
de pareja donde ella perdió la razón y comenzó a perseguirlo a él con un cuchillo en la mano, mientras su
único hijo de tres años lloraba desde el suelo donde minutos antes jugaba
plácidamente con un rompecabezas y un video clip de Nirvana sonaba a todo
volumen desde el televisor.
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El Secretario de la clínica llegó junto con la Enfermera en
una pequeña pero lujosa ambulancia. El hombre bajó del vehículo y
automáticamente arrojó al piso el cigarrillo que venía fumando. Lo pisó con
fuerza con su zapato derecho, como si estuviese matando a un bicho cascarudo.
Preguntó a uno de los oficiales cual era la situación y se acomodó sus gafas
redondas y oscuras, apenas pasaba el mediodía y el sol estaba muy fuerte.
-Se volvió loca – explicó el policía.
-Supongo que tiene usted una formación académica
sorprendente que le permite diagnosticar ese tipo de cosa, ¿o me equivoco?
- …
-¿Formación artística al menos?
-No, señor, no.
El Secretario le hizo un gesto con la cabeza a la Secretaria
para que bajara de la ambulancia, un imperceptible cabezazo como si la
estuviese invitando a bailar en un boliche retro. La mujer obedeció, caminó
bordeando el vehículo sosteniendo unas carpetas en su mano derecha mientras que
en la izquierda portaba un kit de primeros auxilios. No saludó.
El Secretario palmeó al policía y le explicó: “Solamente dos
seres pueden distinguir a un loco de un sobrio, los doctores y los artistas”,
el policía, que quería golpear a ese tipo masticó bronca y asintió.
-Entiendo – balbuceó el oficial – Ustedes son grandes
doctores.
-Se equivoca amigo – bajó sus gafas para mirarlo a los ojos
– Somos artistas.
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